14 Mar

Corrosión, Cap. 40. ¿Quién es Pepe?

por Dioni Porta

¿Quién es el tal Pepe que durante meses ha tratado de embaucar a los lectores de la Revista Rosita? Notas literarias a la plancha con la guarnición de una imprecisa trama criminal ha sido el menú que el narrador nos ha ido sirviendo semana tras semana, pero ¿quién es Pepe? Os responde Dionisio Porta, autor de esta no-novela por fascículos que ha sido Corrosión: lo desconozco.

Cierto que Pepe es fruto de mi imaginación. Cierto es también que me he apoyado en algunas proximidades autobiográficas para robustecer el perfil del personaje. Cierto que éste habita un contexto mental que no me es ajeno y cierto que alguna vez he recorrido a mis propias estrategias vitales operativas para que el pobre tipo pudiera resolver alguna de las situaciones con las que se iba topando. Pero eso es todo.

Podría decir que “como autor debo aceptar que los personajes tomen vida propia”, pero además de dar mucha grima estaría faltando a la verdad: porque, no es tanto que haya permitido la expresión vital de un personaje a través de mi escritura, sino que, al contrario, he sido yo quien lo ha utilizado a él. Como globo sonda, como instrumento de exploración.

Tuve un profesor de economía que tenía como misión en la vida convencernos de que el comunismo era un sistema económico ineficiente y abocado al autoritarismo laboral pues los trabajadores no tenían incentivos reales para hacer bien su trabajo y aumentar con ello la productividad agregada de la economía, ya que, en su opinión, cumplir con el cometido asignado nunca será una motivación comparable con los diferenciales económicos o las posibilidades de promoción que promete a sus trabajadores el sistema capitalista.

¿Y qué ocurre con la escritura? ¿Cuál es la motivación de los autores? ¿Cumplir con una tarea asignada o buscar alguna suerte de recompensa? La respuesta a esa cuestión determina las inspiraciones y los demonios que acabarán dominando la composición de cada escritor.

Si pensáramos en términos ideales, un autor perfecto podría ser aquel que escribe porque sí, sin ninguna razón aparente, sin ningún premio ni castigo en liza, sin grandes compromisos ni ambiciones —tampoco hacia él mismo—. Pero eso no son más que casos excepcionales —experiencias diletantes, dirán algunos para desprestigiar y que nadie se escape de la manada de todos escribiendo y leyendo lo mismo— y la mayoría de autores logran vencer la procrastinación y la pereza y el vértigo —escribir es un sinsentido; un horror y en error; una pretensión que ni tan siquiera logra deshacerse de las sospechas más elementales a su alrededor: ¿la literatura sirve para algo?— porque confían en recibir algo a cambio: dinero, reconocimiento, orden mental, inmortalidad…

Pero volvamos a Pepe. De hecho, volvamos a mí. Confieso que nunca he querido lo suficiente a mis personajes. Leo a autores que tutean a sus creaciones, que con más o menos afectación te describen las atenciones y posibilidades que les han brindado: márgenes para que crecieran, humildad para variar el texto en virtud de los designios de los personajes, buenas compañías, aventuras y experiencias… No es mi caso, pues jamás he llegado a considerar a mis Pepes como algo vivo y autónomo.

Nunca he sentido a los protagonistas de mis historias como mis hijos, menos aún como amigos míos. No los quiero ni he velado en ningún caso por su futuro. Si los he tratado empáticamente ha sido porque en condiciones normales me gusta hacerlo de ese modo con todos. Eso significa que no puedo hablaros de Pepe desde la familiaridad; lo haré desde la distancia, desde el siempre extraño lugar del que observa. En cierto sentido ahí ha radicado el interés de esta no-novela: no perder detalle de lo que le pasaba al tal Pepe —contrastar, por ejemplo, si me atrevía a matar a Pepe en la trama criminal— y en virtud a esas decisiones extraer algunas conclusiones sobre las deliberaciones de mi inconsciente sobre mi futuro próximo. Más aún: sobre nuestro futuro. Y es que ha llegado el momento de desvelar la verdadera gracia de Pepe, el auténtico secreto de Corrosión: se trata de una no-novela de predicciones ocultas sobre lo que le espera a nuestra sociedad en las próximas décadas. A daros algunas pistas sobre ello dedicaré el último fascículo de la serie. Para lo cual solo tendréis que esperar quince días.

 

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