08 Abr

Desde la caja de libros LXXXII

por @librosfera

Desde la caja de libros empezó explicando el porqué de su propio nombre el ocho de mayo de 2016. En estos casi dos años he intentado mostrar qué es una biblioteca pública (no las que cada una tiene en su casa, sino las que son de todas) desde cuantos más puntos de vista mejor. Desde el mío, por supuesto, pero también desde el de un señor jubilado asiduo a las bibliotecas (mi padre), hasta el de una escritora, o varios personajes ficticios. He recogido bibliotecas que aparecían en la prensa, pero también – y quizás para compensar – las que aparecían en poesías. Mi biblioteca, en la que trabajo desde hace ya once años, ha aparecido descrita en un día cualquiera, fotografiada en todos los rincones de su almacén, y radiografiada en las personas que más la utilizan (de la A a la N y de la O a la Z) o las que pasan una tarde cualquiera por el mostrador de préstamo. También hablan mucho de mi biblioteca y de mi trabajo algunos apuntes en los que me cabreo, me quejo (en dos partes), os pido que os quejéis, o sopeso lo bueno y lo malo de la rutina bibliotecaria. Pero a pesar de que la protagonista de esos textos sea mi biblioteca, les aseguro que todas las bibliotecas – felices o infelices – se parecen.

Ha pasado por Desde la caja de libros el pasado (al menos dos veces) y el futuro. Han pasado Ray Bradbury y Sophie Divry y también documentos con menos ambición literaria pero a los que les hemos exprimido hasta la última palabra. He enseñado una parte de mi colección de objetos encontrados dentro de libros. Internet se ha colado inevitablemente: desde hashtags de twitter a artículos de revistas de tendencias, pasando por fotos de aquí y de allá. Este quizás sea para mí el apunte más importante. Y este el más íntimo. Este lo recuperé de mi blog personal, donde a veces también escribo sobre bibliotecas. Este es uno de los que más ha gustado. Y este el que tuvo más visitas porque, reconozcámoslo, me puse muy pesada con el tema…

Rosita se muere, y Desde la caja de libros se acaba con ella.

Está bien así. Creo que no me he dejado nada importante sin decir y, sin embargo, de haber continuado seguramente me hubiera repetido y qué necesidad…

Seguiré escribiendo sobre bibliotecas en Twitter y, cuando la ocasión lo merezca, en Librosfera (a no ser que google decida que blogger también ha muerto y que desalojen la sala). Espero que hayáis disfrutado de las anécdotas, las reflexiones, las fotos. Me gustaría saber que habéis aprendido algo nuevo sobre las bibliotecas, o que ha cambiado vuestra percepción sobre ellas, aunque eso quizás ya sería pedir demasiado. Lo mejor de todo sería saber que os habéis animado a visitar la de vuestro barrio; a descubrir qué os puede ofrecer.

Id a las bibliotecas. Son gratis, tranquilas, para todo el mundo. Suelen ser cómodas y hace fresquito en verano y calor en invierno. Tienen libros de todo tipo – no siempre los más nuevos, algunas pueden hacer más que otras según el dinero del que dispongan – y seguramente wifi. No voy a decir que todas las bibliotecarias sean bellísimas personas, pero algunas sí. Quizá lo descubráis si vais a la biblioteca y les preguntáis algo.

Antes de terminar, quiero darles las gracias a Yordi Biblioteca, Maria Bohigas, Alfonso Braulio, Nati Calvo, Mónica Caparrós, Juan Miguel Fernández, Sara Fernández, Ada Klein, Jean Murdock, Begoña Oro, Jordi Puig, Camino Román, Joan Todó y todos mis compañeros de la biblioteca en la que trabajo por ayudarme, escribir, traducir o permitirme traducir o reproducir sus textos en Desde la caja de libros. Gracias al equipo de Rosita por elegirme bibliotecaria residente y por no quejarse ni una sola vez de mis plazos de entrega. Gracias a todas las personas que se acuerdan de mí cuando ven algo relacionado con bibliotecas y me lo envían. Y, finalmente, gracias por leer hasta aquí.

 

17 Mar

Desde la caja de libros LXXXI

por @librosfera

Marzo, 1929

1-3-29: Al llegar a la Biblioteca encuentro una invitación para que asistamos a una conferencia que el Sr. Grant i Sala daría en el local de la Asociación de la prensa diaria, el día 2 del presente. Dicho conferenciante es el Presidente del Patronato Pro-flora silvestre, y como estoy sola, escribo una carta agradeciendo la atención y excusando la asistencia en nombre de las dos. Llega el correo y nos trae un número de “Vogue” correspondiente a marzo de 1929; dos de “Lecturas” correspondientes a enero y febrero de 1929. La casa Espasa nos remite una porción de catálogos de las obras que edita. Hoy es día de poca animación.

13-3-29: Llega el giro anunciado el domingo de 123’50 ptas. para gastos de material. No sé si debido al buen tiempo la Biblioteca está bastante desanimada, vienen pocos niños, por la tarde han venido solo una docena de hombres y unos seis niños. Ayer enviaron del “Patria” dos números correspondientes al día 11 de este mes en el que hay un pequeño artículo donde piden que se abra la Biblioteca hasta las nueve, naturalmente cambiando la hora de su apertura que podría ser a las seis en vez de las cinco. Compramos una cazuela de barro para el serrín y escobas.

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11 Mar

Desde la caja de libros LXXX

por @librosfera

NO COMPITEN, SE COMPLEMENTAN

[Traducción/Adaptación del artículo “Complement, not Compete”, publicado en uno de los blogs de Library Journal bajo el seudónimo de “Annoyed Librarian” en diciembre de 2017. Encontrado gracias a Evelio Martínez.]

Recientemente ha circulado entre colegas bibliotecarixs un artículo/lista sobre por qué las bibliotecas siguen siendo mejores que Internet. Se trata de una lista interesante aunque bastante cuestionable que en realidad se debería llamar “por qué las bibliotecas son mejores que Internet si Internet no fuese una plataforma neutral en la que compartir información.”

En la lista se menciona por ejemplo que “Las bibliotecas son espacios seguros.” La idea detrás de esta frase es que las bibliotecas son espacios más seguros para intercambiar ideas con extrañxs sin correr el riesgo de que alguien te llame nazi. Una cosa que sí hacen las bibliotecas es restringir el número de personas de las que puedes aprender y su procedencia geográfica. Sin embargo, Internet es un lugar seguro si no interactúas en ningún momento con extraños, algo que sería recomendable que no hicieras. Leer más

04 Mar

Desde la caja de libros LXXIX

por @librosfera

Muestras temáticas de objetos encontrados dentro de libros, procedentes de la colección particular de @la_libritos

(Porque hay personas dispuestas a hacerse cargo del diógenes documental de otros además del propio).

Última entrega: ¡dibujad, dibujad, malditos!

Si queréis ver las entregas anteriores:

25 Feb

Desde la caja de libros LXXIII

por @librosfera

SORTEO EX LIBRIS *

Hoy una servidora aprovecha esta cita semanal con el mundillo de las bibliotecas para sortear dos entradas para ver el documental de Frederick Wiseman sobre la New York Public Library, aka “Ex Libris”, el próximo sábado 10 de marzo en los cines Girona de Barcelona a las 21:30h, en el marco del Americana (Festival de cinema independent nord-americà).

196 minutos (sí sí, tres horas y dieciséis minutos) de documental para empaparse de las 87 bibliotecas que forman la red de bibliotecas públicas de Nueva York, vistas por el autor que ya se coló en el Ballet de la Ópera de París y la National Gallery de Londres.

 

¿Cómo participar en el sorteo?

Si queréis participar, tenéis que enviar un texto con una extensión máxima de 500 caracteres al correo electrónico librosfera(arroba)gmail(punto)com. Aparte de no superar los 500 caracteres, la única condición es que en el texto aparezca la palabra BIBLIOTECA.

El jurado, formado por un único miembro conocido como @Yordibiblioteca, escogerá sin conocer la autoría de los textos cuál le parece el mejor, le gusta más, o sin que suponga un desgaste excesivo para sus neuronas cree que merece el premio.

Los textos pueden enviarse hasta el domingo 4 de marzo, y anunciaremos el texto ganador el lunes 5 de marzo. Se le comunicará a la persona agraciada por correo electrónico y seguramente haremos también alguna mención aquí o en twitter, nuestra segunda residencia.

Al participar en el sorteo, dais vuestro permiso para que reproduzcamos los textos tanto aquí como en redes sociales de manera anónima.

 

Repaso de lo más importante:

Un texto de 500 caracteres máximo (podéis contarlos aquí).

Tiene que contener la palabra BIBLIOTECA.

Enviarlo por correo a librosfera(arroba)gmail(punto)com.

Fecha límite: domingo 4 de marzo.

 

¡Que gane (y lo hará, de eso no hay duda) la mejor!

_________

* Me hubiera encantado hacer coincidir este sorteo con el último apunte en “Desde la caja de libros” pero, aunque Rosita se muere, todavía le quedan cuatro semanas de vida…

 

18 Feb

Desde la caja de libros LXXII

por @librosfera

Cuando trabajas en una biblioteca, a veces envidias otras bibliotecas.

O al menos, a mí me pasa.

Ves cosas de otras bibliotecas que te gustan y piensas “ojalá esto lo hiciéramos en mi biblioteca”; “ojalá mi biblioteca fuera así o asá (más antigua, más moderna, más amplia, no tan inabarcable…)”; “ojalá en mi biblioteca trabajáramos así”; “ojalá esto lo hicieran en la sección infantil/de cine/de libros de arte”; y así…

Suelo envidiar a la Biblioteca Pública de Nueva York. No es difícil: a pesar de los recortes, deben tener todavía un presupuesto envidiable, y a pesar de ser una red de bibliotecas local ponen en marcha iniciativas casi de biblioteca nacional. Y una es débil y Nueva York… ay.

Pero no hace falta irse tan lejos.

Quedémonos aquí cerca.

Quedémonos en la biblioteca que durante años fue mi biblioteca pública. La de mi barrio. La que sigue siendo la biblioteca de mis padres. La biblioteca Vapor Vell.

La biblioteca Vapor Vell tiene un usuario que envidio. Se llama Jesús Martínez, se define como “reportero local de Barcelona”, y es el responsable de una serie de siete “Inventarios” de la biblioteca Vapor Vell publicados el 2015.

En todos ellos se repite la misma estructura.

Hay una serie de textos comunes (citas de Engels, Whitman, Unamuno, Borges), de los cuales destaca el “Manifiesto del Capitán Swing, cuyo fantasma vaga por los sótanos de esta antigua fábrica [la biblioteca Vapor Vell]” y que dice así:

HABEAS CORPUS. La cultura no es un juego; en todo caso, una misión de paz para que no se viole el alto el fuego. Según el Ajuntament de Barcelona, sus presupuestos son transparentes. Pero no son comprensibles: “orientación estratégica” (?); “datos individuales de acuerdo con la LOEPSF” (?); “cobertura CNF” (?)… Falta inversión. Sobra dirección. Falta imaginación. Por muchos millones-garbanzos de euros que se cuenten, los resultados dejan mucho que desear: la Biblioteca Vapor Vell, en Sants (Passatge del Vapor Vell, s/n; “fàbrica de panes, 1846-1891”), necesita más libros, más espacio, más recursos, más personal, mejores nóminas, menos recortes, más comunidad (“interacción con la ciudadanía”), menos “cuadros de comandos” y más autonomía. En definitiva, una verdadera Revolución Cultural que abra mentes, que abra puertas, que garantice que se puede soñar despiertos para cambiar las cosas. ¿Qué cosas? La desigualdad social entre los barrios, el fracaso escolar, la miopía de los “administradores” municipales que aseguran que ahorrando en conocimiento se puede salir de la crisis económica. Gran Estafa.

Después, está el inventario propiamente dicho. Inventario de la sala de estudio nocturna, del espacio musical, de la sección infantil, de las escaleras, del rincón del usuario… y son, ni más ni menos, inventarios. Todo lo que se podía encontrar en la sección correspondiente en el preciso momento (se explicita día y hora) en el que el inventario fue realizado. Dos muestras:

Del inventario de las escaleras:

1 pintada “No hi ha morts, sinó oblit”

1 pintada “T’estimo”

1 pintada “Jamás te miraré”. Parece ser que lo que sigue es “el móvil”

1 pintada “Me siento negra”

1 pintada “Antifa”, por antifascista

1 pintada “Recuperem la dignitat”, sobre el reparto de la riqueza

1 pintada “Desobediència”, sobre la independencia de Catalunya

1 pintada “No te caigas, no desistas, vuelta alto y no te rindas”, letra de la canción No te rindas, del cantautor vasco Álex Ubago

1 pintada “Este finde, porrete, a la salud de Descartes”

1 pintada “Siempre te amaré, mi vida”

1 pintada “Busco sexo duro”

Del inventario de la sala de estudio nocturna:

1 chica de mirada penetrante que revisa los wazaps

1 chico que se pone los cascos

1 chico que toma apuntes

1 chico que da golpecitos sobre la mesa con el cabo del lápiz

1 chica que hinca los codos

1 chico que revisa los mensajes en el móvil

1 chica que se rasca los pulpejos de los dedos

1 chico cenceño que estudia

1 chica que repite en silencio monorrimas de la lección

1 chico de mirar escamado que coge su móvil

1 chica de cabeza peraltada que lee

1 chico bajo la luz melada que entra por las ventanas

1 chica con el colodrillo afectado por los textos jurídicos

1 chico que contesta un mensaje de wazap

1 chica bonita como un grabado al boro

[Por supuesto, abundan el mobiliario, la señalización, las tecnologías…]

Debajo del inventario, hay cinco secciones fijas: el vecino, el personaje, el lector, el libro y el antilibro. Por ejemplo…

El personaje: El cómplice de Vilafranca. Gran hombre, grande en sentido profundo. Su vida fue representar la parte clásica y operística de la compañía discográfica PolyGram. Cuando se jubiló, concentró su enorme energía y curiosidad en viajar. Pasa las mañanas en la biblioteca, donde se documenta y manuscribe sus trabajos.

La lectora: La lectora es muy amiga de Diana, la chica de Sants. Ella se llama Alison Bohórquez (Guayaquil, Ecuador, 1998) y de vez en cuando entra a la biblioteca para apoderarse de una joya de esas que brillan. En sus manos tiene Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, ese libro de caballerías que se salvó de la quema en Don Quijote.

El libro: En la tercera planta, en la segunda estantería empezando por la derecha, en la cuarta repisa empezando por abajo, el sexto libro. Marcado como “78 (Bon) Bon”, en la sección 78 (AAA). El título: Conversaciones con Bono, de Michka Assayas (Alba, 2006). Bono, de U2, entre dos ejemplares sobre Bon Jovi.

Hacemos demasiadas cosas desde las bibliotecas sin absolutamente ninguna personalidad. Boletines de novedades, recomendaciones solamente con la cubierta y una breve sinopsis del libro o el enlace a una crítica de Internet, actividades organizadas por alguien externo a la biblioteca que ni nos conoce a nosotros ni a nuestra “gente”… Todas iguales, todas clónicas, daría igual que estuviéramos aquí que en Berlín, París o un pueblecito de Irlanda (cuando estuve allí hace un par de veranos, de visita en una pequeña biblioteca local, me encontré con los mismos dibujos impresos en blanco y negro en folios para que los niños los colorearan que usamos en la biblioteca en la que yo trabajo).

Estos inventarios son todo lo contrario. Están anclados en la biblioteca de una manera tan física y tan precisa que no hay nada más. Están las cosas, están los libros y está la gente.

Ojalá…

***

Podéis consultar todos los inventarios aquí (el primero es un pdf; el resto, imágenes jpg).

Inventario #0

Inventario #1

Inventario #2

Inventario #3

Inventario #4

Inventario #5

Inventario #6

Inventario #7

***

[Este texto fue publicado originalmente el 29 de marzo de 2016 en Librosfera.]

 

 

11 Feb

Desde la caja de libros LXXI

por @librosfera

A mediados de diciembre, Dawn Finch, escritora, bibliotecaria y activista a favor de las bibliotecas públicas del Reino Unido, tuiteó esto:

“Estoy enfadada con la gente que usa la frase “no he usado una biblioteca pública en años” como justificación egoísta para no apoyarlas. ¡Las usan millones de personas! Yo no me he beneficiado de las ventajas por maternidad en 24 años y eso no quiere decir que quiera que las eliminen para las demás. #SalvadLasBibliotecas.”

El tuit llegó a los doce mil retuits y puso en marcha el hashtag #ThankALibraryWorker – “dale las gracias a unx bibliotecarix”. Leer más

04 Feb

Desde la caja de libros LXX

por @librosfera

LA BIBLIOTECA DE… JOAN TODÓ

Con todos los respetos, señora bibliotecaria: se acabó. No se lo tome como algo personal, al contrario. Su presencia aquí ha endulzado bastante mis visitas: siempre tan servicial, tan silenciosa, siempre con una recomendación a punto. Lamentaré no volver a ver su sonrisa, se lo digo en serio. Pero es que ya no puedo más. No lo puedo soportar. Esto ha llegado a un nivel insostenible.

Yo, supongo que ya lo sabe, soy un hombre de gustos sencillos. No bebo, no fumo, no como demasiado. No me arrepiento de nada; soy, también, un hombre solitario. No me gusta la gente. Muchos de mis compañeros de trabajo, al terminar, van directos al bar y allí pasan la tarde; otros se apoltronan delante de la caja tonta. Yo, no. Yo hasta ahora venía aquí, y pasaba la tarde leyendo, primero la prensa, después algún libro… ¿Qué le voy a contar?

¡Son tantos años! Me acostumbré poco después de que la inaugurasen. Un poco por curiosidad, un poco por aburrimiento. Ahora puedo decir que los mejores momentos de mi vida los he pasado en una biblioteca. ¡Quién me lo iba a decir! Lo primero que me atrapó fueron los periódicos. Entraba, cogía uno, lo leía, lo devolvía a su sitio, cogía el de al lado… La afición no duró demasiado, aunque a lo largo de estos años no he dejado nunca de echarles un vistazo; pero, en el fondo, siempre son lo mismo. Y no me extraña: ¿cómo van a encontrar cada día material para llenar cincuenta páginas?

Así llegó el día que me fijé en las revistas. Tengo que felicitarla: la infausta prensa rosa, que llena el quiosco del pueblo, tiene aquí una presencia bien discreta, junto a todo tipo de publicaciones sobre política, economía, música, costura, cine, motor, arte, animales, historia… ¡Ah, la Historia! Usted lo sabe de sobras: la Historia es mi debilidad. Y puede que lo descubriera aquí. No en el colegio, que a duras penas nos enseñaban la lista de los reyes godos. Y eso es lo de menos, que en casa éramos pobres y ni pensar en ir a la universidad.

¿Se acuerda? Usted era muy joven. Al principio no le decía nada. Pero un día me decidí y le pregunté si tenían libros de historia. Cuando, siguiendo sus indicaciones, me encontré delante de aquel muro de libros, no me lo podía creer. Me parecía imposible. Cogí un librito muy fino, lo recuerdo muy bien: Apología de la historia, de Marc Bloch. Lo he releído a menudo. Y continué hurgando en aquella sección; cada libro me llevaba a otro libro que también había que leer, y este a diez libros que había que leer, como si cada vez hubiera más cosas que yo no había leído.

¡Qué días tan felices! ¿Se acuerda? En la biblioteca solo estábamos usted y yo, y sólo se oía el roce de las páginas. Es verdad que aparecían niños que venían a hacer los deberes (es un decir), pero solo a temporadas. En aquel momento me molestaban, pero he acabado añorando el ruido que hacían, tan solo un leve murmullo en comparación con lo que ha venido después. En verano era maravilloso: no venía nadie.

El primer presagio del final fue la sección de discos. Ahora ya hace años que está, y al principio parecía inocente: un pequeño mueble con algunos compactos de música clásica. Pero me extrañó que estuviera. Y a pesar de eso no me di cuenta de cómo llegaban más, de cómo la sección iba creciendo. No me di cuenta, de lo que pasaba, hasta que no pusieron deuvedés. Porque de repente empezó a venir gente. Entraban, daban una vuelta, se llevaban una película o dos para el fin de semana. Eso es lo de menos; pero eran tantos que siempre se encontraban con algún conocido y se paraban a charlar un rato. ¡Maldita sea! Ya podía pedir silencio, ya; aquello parecía un mercadillo.

Pero lo que me ha hecho decidirme ha sido el anuncio de un club de lectura. Por lo que tengo entendido, vendrán y harán tertulia sobre un libro. ¡Tertulia! ¿Es que no hay suficiente? ¿Qué será lo siguiente? ¿Servir bebidas? A ver si me entiende: yo venía aquí a leer, a estar solo, a no ver gente. No digo que sea culpa suya, señora bibliotecaria, seguro que a usted le exigen este despropósito. Pero, si quisiera encontrar gente, me iría al bar.

Y no descarto ir. Al paso que vamos, ¡allí no quedará nadie!

***

Este texto, titulado “Una carta”, forma parte de la antología “De capçalera: noves històries entre escriptors catalans i les biblioteques públiques.” El programa De capçalera empareja autores con sus bibliotecas públicas de cabecera, y en los textos de esta recopilación los autores exploran, desde la autobiografía hasta la ficción, el papel de la biblioteca pública en sus vidas.

La traducción es mía, con la autorización del autor.

28 Ene

Desde la caja de libros LXIII

por @librosfera

Porque, a veces, salimos en las noticias

DOSSIER DE PRENSA

(cuarta – y última – entrega)

Santiago Villegas, bibliotecario de la ciudad, aseguró que los más perjudicados con estos cierres son los padres, que quedan con pocos espacios accesibles y gratuitos para llevar a sus hijos, y las propias bibliotecas pues tienen las puertas cerradas en vacaciones que es, precisamente, cuando más tiempo tienen los niños y jóvenes que son su principal público.

Villegas recordó que hace un año también hubo una reducción en los horarios de funcionamiento y dijo que se comunicó entonces con la Secretaria de Cultura y ésta le dijo que la decisión obedecía a la falta de visitantes. “El papel de la Secretaría es que vaya la gente. Pero no es solo culpa del Gobierno, porque los ciudadanos nos hemos quedado callados y estamos perdiendo el sentido de apropiación de las bibliotecas.”

(En El Colombiano)

***

La biblioteca al-Qarawiyyin es la biblioteca asociada a la universidad del mismo nombre y es, además, algo mucho más interesante (al menos para los amantes de los libros y de las bibliotecas). La biblioteca al-Qarawiyyin es la biblioteca más antigua del mundo que aún sigue operativa. La biblioteca está en Fez, Marruecos, y fue fundada en 859 por una mujer, Fatima El-Fihriya o Fatima al-Fihri (el primer nombre es el más habitual que se puede encontrar en la red, el segundo el que emplea la Wikipedia en castellano). Fatima era la hija de un rico comerciante y por ello una mujer con una enorme fortuna, fortuna que compartía con su hermana y que ambas emplearon para otros fines.

(En Librópatas)

***

Marisa confiesa que, “como mujer, la información que he necesitado y buscado no la he encontrado o me ha resultado difícil encontrarla”. Durante los treinta y dos años que lleva armando los fondos de la Biblioteca de Mujeres de Madrid ha tenido que enfrentarse repetidas veces con la misma pregunta: ¿para qué crear una biblioteca especializada si todos los fondos están en la Biblioteca Nacional? “Yo les digo que aplicando ese mismo criterio a todas las demás bibliotecas, no existiría ninguna biblioteca pública.  Entonces, ¿sobran todas las demás bibliotecas? No. La biblioteca es un centro donde tiene que haber fácil acceso a los temas que la sociedad reclama en ese momento. Acercar a las ciudadanas y ciudadanos la información. Y las mujeres no tenemos ninguna biblioteca especializada. Y es lo que yo respondo siempre cuando me preguntan por qué una biblioteca: para saber quiénes fueron y qué hicieron ellas”.

(En CTXT)

***

Una biblioteca de Nueva Zelanda ha resuelto el misterioso caso de los libros que desaparecían y volvían a aparecer en lugares extraños y escondidos de la biblioteca.

El personal de la biblioteca de Auckland se encontraba cada vez más confundido al ver que los libros aparecían en sitios inusuales, escondidos debajo de mesas y sillas u otros rincones de difícil acceso.

“Era verdaderamente extraño y no teníamos ni idea de qué estaba pasando, nos encontrábamos libros colocados delicadamente debajo de los estantes, con su marcapáginas, sin páginas dobladas, en perfecto estado” dijo la directora de las bibliotecas de Auckland Rachael Rivera.

“Creíamos que alguien estaba jugando con nosotros o que eran chavales que se aburrían.”

(En The Guardian)

***

Cuando era adolescente, Ronald Clark vivía en la biblioteca.

Literalmente.

Hace décadas, los conserjes que trabajaban en las bibliotecas públicas de Nueva York solían vivir en los edificios de las bibliotecas con sus familias. El padre de Clark, Raymond, era uno de estos conserjes, y él y su familia vivían en el piso de arriba de la biblioteca de Washington Heights, en la parte alta de Manhattan. Se mudaron allí en 1949, cuando Ronald tenía 15 años. En la década de los 70, Ronald vivió con su hija Jamilah en ese mismo apartamento hasta que tuvo 5 años.

(En NPR)

 

21 Ene

Desde la caja de libros LXIII

por @librosfera

“La riqueza del proceso era la propia riqueza de las bibliotecas. Las encontraba bonitas, incluso y a veces especialmente las más descuidadas, con sus capas de uso, fragmentos de previas distribuciones, actualizaciones, elementos familiares, improvisaciones, accidentes, incongruencias: en pocas palabras, lugares que en cierto modo se parecen al pensar de cada día.”

 

Elizabeth Felicella fotografió entre 2008 y 2013 las 210 bibliotecas públicas de Nueva York. El proyecto, que consta de más de 2000 negativos, se titula “Reading Room”, y estas son algunas de las fotos que aparecen en el artículo que le dedicaron en LitHub.