27 Jun

Aperformando la ciudad. Volumen 3

 por Sebastià Jovani

De la misma forma que no se produce una correspondencia entre el supuesto imaginario de la ciudad y la experiencia de hábitat que cada uno fragua para sí mismo en tanto que entorno vivencial, tampoco se da una mimetización entre las hipótesis y proyectos de usufructo social en uno y otro caso. La imagen de la ciudad es una representación que conlleva la adquisición de unos roles y de unas actitudes por parte de los actores-ciudadanos-consumidores muy específicas. Reguladas y codificadas como se pretende que lo estén también los lugares por los que estos actores se desplazan y en los que se asientan, sea para integrarse en el tejido productivo o para desprenderse provisionalmente de él. Dicho de una forma laxa, la ciudad tiene planes muy concretos para quienes viven en ella. Y la pervivencia de la representación pasa necesariamente por el hecho de que la población adopte de manera sistemática estos planes, incorporándolos en el ámbito de las relaciones de producción (trabajo) y de consumo, así como también en el marco de las relaciones interpersonales. Para formar parte de esta gigantesca representación el socius o cuerpo social tiene que devenir también él mismo una representación. 

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20 Jun

Mientras la ciudad duerme (2)

 por Sebastià Jovani

Pensar el hábitat en nuestro contexto pasa, en cierta medida, por pensar aquello llamado ciudad. Habitamos la ciudad, o cuanto menos eso presuponemos. Entre otras cosas porque recibimos constantemente inputs destinados a reforzar esta impresión. Algunos son matemáticamente gravosos, como el pago (abusivo) por determinados servicios básicos que contribuyen precisamente a hacer de la ciudad un lugar habitable: agua, luz, gas. También en las contribuciones impositivas que permiten canalizar regularmente ciertos servicios públicos como el transporte, la recogida y tratamiento de basuras o los equipamientos. Y por supuesto otros servicios públicos cuyas ramificaciones administrativas y burocráticas trascienden en mucho el ámbito acotado de una ciudad, como es el caso de la sanidad o la educación. No es casual que algunos de estos servicios (especialmente en lo relativo a equipamientos y a ciertos servicios de higiene pública) empezaran a implantarse con cierta regularidad coincidiendo con el nacimiento de la ciudad barroca, que es casi lo mismo que decir la ciudad moderna. Al mismo tiempo que se edificaba la ciudad como núcleo compositivo de representación del poder de la corona se extendía el concepto de servicio público como valor añadido a esta escenografía arquitectónica. Tendremos ocasión en su momento de analizar con más detalle este matrimonio de conveniencia entre el poder y el servicio público. Por ahora nos basta con situar históricamente su germen y constatar de esta manera el hilo conductor que nos une a la ilustrada, despótica y teatralizada ciudad del Barroco.

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06 Jun

Mientras la ciudad duerme (1)

por Sebastià Jovani

Pensar es casi siempre (el “casi” pertenecería quizás al régimen de la locura, en cuya frondosidad no podemos detenernos por ahora) un proceso doble, intrincado. Porque en definitiva cuando pensamos en algo o acerca de algo lo hacemos sobre ese algo y sobre la imagen de ese mismo algo. Intentamos escudriñar el núcleo duro de la cuestión sirviéndonos al mismo tiempo de cierta especulación prefigurada del mismo. Una operación fantasmagórica, en definitiva. O fantasmática. El hecho y su imagen. La variabilidad de resultados de este proceso es enorme: a veces uno se pierde en los meandros de la imagen y acaba olvidando acerca de qué se proponía pensar realmente. La fascinación espectral que ejercen las representaciones con sus danzas, sus melodías y su tersura resulta a veces insoslayable. En otras ocasiones se opta por atravesar sin clemencia el velo de esa imagen, dirigirse con determinación caballuna hacia lo que se considera que es el verdadero fondo del asunto. Se desprecia por completo el papel de la representación en el hecho del porqué ese fondo está ahí donde está. Aquí la fascinación deja paso a algo muy distinto, algo que podríamos llamar una tendencia patológica a la inhibición. Amianto puro y duro, carrera frenética hacia el paraíso del noúmeno.

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25 Abr

Prólogo “Aperformando la ciudad”

por Sebastià Jovani @Sebastia_Jovani

¿Es posible vivir la experiencia urbana como algo más que meros espectadores, figurantes de relleno o amaestrada mano de obra / consumo? ¿Quizás esta sensación de extrañamiento, de desafección respecto a la(s) ciudad(es) que presumiblemente habitamos y que nos atraviesa como el enjambre de furiosas monedas del poema de Lorca es el resultado de toparse con la desastrosa evidencia de que en realidad no hay nada ahí fuera? O quizás sí haya algo, pero un algo sin espesor, translúcido: una mera representación, los rieles de una cadena de montaje, las líneas maestras de una novela que no nos incumbe, los destellos fulgurantes de una Smart City que nos toma por idiotas… E incluso puede que tampoco haya un afuera; que ese afuera haya que hacerlo, producirlo. Agujerear la realidad, como dice Santiago López-Petit. Percutir sobre la membrana del espectáculo hasta quebrar la pulcra nadería de sus simulacros o cortocircuitar el torrente tumefacto de sus códigos, sus normativas, sus modalidades de represión.

Aperformando la ciudad propone una sucesión de martillazos (si bien serían quizás martillos pequeños y afilados, los de un tallador de lentes como Spinoza) a las diversas capas de trampantojo y narcosis que ciertas hegemonías han levantado a nuestro alrededor bajo el pseudónimo de ciudad: la autarquía urbanística, el absurdo turístico, las ínfulas narrativas o la sociopatía de la mercadotecnia. Y rastrea también posibles y necesarios mecanismos disruptivos con los que ya no solo resistir frente a estas representaciones hipertrofiadas, sino directamente hacer, generar realidad. Estrategias performativas por medio de las cuales ya no conformarse con ser producto sino en las que producir esos espacios que en el fondo tal vez jamás existieron pero que, de alguna forma, como se dijo de los happenings en el momento de su aparición, tienen que acabar sucediendo. (H)ac(k)tivismo, re-apropiación, sampleado, autoorganización, acción directa… Poiesis en su acepción más rigurosa y libertaria. Relámpagos en los que resulta difícil distinguir política de arte, signo de hecho real. Hendiduras que extraen de la nada parcelas de un todo que nos fue requisado antes incluso de que llegara a producirse, siquiera como posibilidad.