02 May

Cap. 19, Biblioteca Can Mariner de Horta; Conciencia

No es sencillo dar cuenta de lo que fue aquella cofradía de amigos y usuarios de biblioteca. Podría dedicarme a explicar lo que éramos, lo que hacíamos, el por qué, el dónde, el cómo y el cuándo, pero me temo que ese ejercicio narrativo no haría sino empequeñecer la dimensión más íntima, y a su vez poderosa, de esa energía disipada de insatisfechos individuos literarios en la que conseguimos convertirnos durante una temporada.

Uno de los retos más difíciles –y a su vez olvidados- del escritor consiste en comprender en qué medida su narración de unos hechos puede neutralizarlos. Demasiado a menudo el escritor da la espalda a esa incómoda realidad: los hechos son seres salvajes que corren el riesgo de perder parte de su significado si quedan cautivos en un relato que no hace sino limitarlos, contextualizarlos y, en cierta medida, docilizarlos. Esa tensión entre la noble voluntad de explicar una historia para rescatarla del olvido y la conciencia de cuántos elementos estamos aniquilando para poder convertir esa historia en una narración parametrizada, es uno de esos espacios invisibles en los cuales es preciso pensar la literatura. Porque lo contrario escuece: suponer que escribimos porque sí, sin conciencia, sucumbiendo a ese mantra ingenuo e interesado según el cual el autor no es más que el testigo de unos hechos.

Después de lo cual no me parecería coherente realizar una crónica sobre nuestra cofradía de amigos bibliotecarios, así que intentaré insinuar el espíritu de la misma a partir de una diminuta anécdota que ocurrió en la Biblioteca Can Mariner de Horta y que referenciaré desde los diferentes puntos de vista de algunos de los miembros del grupo.

Eso de las distintas voces narrativas, es algo que yo aprendí de Bolaño. Soy muy poco original, lo reconozco, pero es que yo leí a Bolaño antes que a Faulkner, antes que Pedro Páramo, antes que nada.  Bolaño no inventó nada, pero supo dimensionarlo colocándolo en el centro de sus novelas. ¿Qué significan esas distintas voces que explican el relato? ¿Se trata únicamente de una fórmula narrativa ingeniosa? ¿Se intenta que el nuevo lector, con mucho menos fondo que sus predecesores, resista la lectura entretenido por ese coro de voces? Naturalmente el asunto va mucho más allá, y las distintas voces narrativas reflejan muchas cosas, empezando por el final de los discursos únicos, incluyendo el de la modernidad.

No se debe repetir lo que otros ya hicieron. Yo no puedo explicaros que tuve unos amigos y contároslo como ya lo han hecho mil veces. Eso es lo mínimo.

2 thoughts on “Cap. 19, Biblioteca Can Mariner de Horta; Conciencia

  1. “Vamos a ver: lo que quiero son hechos”. Vet aquí l’inici de Temps difícils de Charles Dickens. ¿
    Y si los hechos, amigo Dioni, no son cautivos del relato sino que el relato directa y llanamente los asesina para hacerlos renacer de nuevo más poderosos, preñados de nuevos significados que la pobre realidad que los engendró no fue capaz de capturar?

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