16 Nov

Entrega #2 (año 2001): Esto no es una novela, de David Markson

por Javier Avilés

Como ya hice en la reseña original quiero dirigir vuestras miradas a este excelente post de Hanna O. Semicz sobre Esto no es una novela de Markson

Sobre todo porque le robo algunas cosas. Como esta lista de cosas que “si el Escritor lo dice” es la obra que está escribiendo (o quiere escribir):

“Una novela” (p. 30)

“Un poema épico” (p. 32)

“Una secuencia de cantos que esperan ser numerados”(p. 35)

“Una especie de mural” (p. 49)

“Una autobiografía” (p. 68)

“Un perpetuo montón de acertijos” (p. 86)

“Algún tipo de ópera polifónica” (p. 88)

“Una disquisición sobre sobre las enfermedades de la vida del arte” (p. 102)

“Una alternativa en prosa a La tierra baldía” (p. 119)

“Un tratado sobre la naturaleza del hombre” (p. 129)

“An assemblage [no lineal, discontinuo, en forma de collage]” (p. 147)

“Una variante contemporánea de El libro egipcio de los muertos]” (p. 167)

“Una fuga verbal” (p. 192)

“Una tragedia clásica” (p. 193)

“Una especie de comedia” (p. 208)

“Su propio Finnegans wake” (p. 209)

“Algo que no encaja en ninguna categoría” (p. 207)

“Nada más ni menos que una lectura” (p.213)

“Una lectura no convencional, por lo general melancólica, aunque a veces incluso juguetona” (p.213)

Esto es lo que puede decir el Escritor (¿es factible decir Markson? ¿Debemos conformarnos con identificar Escritor con narrador? Pero, recordemos, esto no es una novela) sobre la obra que está escribiendo. Porque como se dice en la primera línea del texto: “El escritor está bastante tentado de dejar de escribir” y sigue “El Escritor está mortalmente aburrido de inventar historias” y sigue más adelante “ Una novela sin ningún tipo de indicio de argumento, le gustaría idear al “Escritor”. Y eso es lo que estamos leyendo.

Es decir, este libro es aquello que el Escritor quiere que sea. Pero también, en última instancia, es aquello que el Lector (nosotros) quiere que sea.

Antes de aclarar qué es lo que creo que es el libro de Markson (mi opinión no difiere mucho de la de Hanna) voy a copiar unas notas sobre lo que David Foster Wallace escribió sobre La amante de Wittgenstein y que pueden aplicarse a nuestro caso:

(…) la relación que mantiene La amante de Wittgenstein (…) no se reduce a citar a Wittgenstein de formas extrañas, ni aludir a su obra, ni tampoco a intentar llevar a cabo una especie de dramatización de los problemas intelectuales que ocupaban y oprimían al filósofo. El libro de Markson plasma, de forma imaginativa y también concreta, ese mundo matemático tan severo con cuya evocación Wittgenstein revolucionó la filosofía por medio de la argumentación abstracta. (…) La amante, sin embargo, formula la pregunta que su maestro jamás plantea de forma impresa: ¿qué pasaría si alguien tuviera que vivir en un mundo Tractatusizado?

La plenitud vacía; En cuerpo y en lo otro, David Foster Wallace; traducción de Javier Calvo para Mondadori.

El mundo es todo lo que acaece” Este aforismo de Wittgenstein se convierte en el motor de la última narrativa de Markson.

No en vano uno de las no-sé-cómo-llamar, ¿frases, párrafos, aforismos?, que conforman Esto no es una novela dice:

¡Wittgenstein, eres tú el que produce toda la confusión!

O como escribía Wallace en el artículo citado, “el señor Markson, al tomar una metafísica claramente atomista y transformarla en arte, ha conseguido algo parecido al melodrama definitivo”.

Atomista y solipsista, la narrativa de Markson avanzó hacia su autonegación.

Como en La amante de Wittgenstein todo está en la cabeza del Escritor. Aparte de eso quedan los Hechos. No los hechos de una hipotética realidad externa a la cabeza del Escritor, sino los hechos que el Escritor considera relevantes, exactos o no, ciertos o no. No se trata de una recopilación de no-sé-cómo-llamar. Se trata de la recopilación del ideario del Escritor (sea Markson o un narrador innominado) que tiene un objetivo concreto y para nada azaroso.

Los Hechos a los que se refiere el Escritor son la Muerte. La Muerte como una constante que siempre acaece y la única certeza que podemos extraer de la realidad exterior.

En realidad la lectura de Esto no es una novela es deprimente.

Y eso es lo que nos quería transmitir Markson.

Y lo hace a través de una sucesión de no-sé-cómo-llamar.

Eso es meritorio, sí. Pero el resultado ataca al lector y lo hunde en una visión pesimista del mundo (de la realidad)

Esto es, la gran mayoría de los mencionados en Esto no es una novela están muertos, Markson está muerto, el Lector estará muerto.

El lector estará muerto.

Todos estaremos muertos.

Tal vez no es eso lo que queremos leer.

Pero esto no es una novela.

Y es una magnífica novela que inaugura el siglo XXI y que marca las líneas por las que debería transcurrir la narrativa contemporánea.

(Los textos de Markson de Esto no es una novela de la traducción de Laura Wittner para la editorial La bestia equilátera)

 

Más reseñas de Javier Avilés en su blog El lamento de Portnoy

 

 

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