1967 I’ m the walrus, The Beatles
por Javier Avilés
Yo soy él y tú eres él y tú eres yo y somos todos a la vez.
Yo soy yo, y la morsa devorando ostras en la playa junto al carpintero.
«Ha llegado la hora -dijo la Morsa- de que hablemos de muchas cosas: de barcos… lacres… y zapatos; de reyes… y repollos… y de por qué hierve el mar tan caliente y de si vuelan procaces los cerdos.»
Hablemos.
Yellow matter custard dripping from a dead dog’s eye.
Crabalocker fishwife.
Pornographic priestess.
Soy el hombre huevo.
Humpty Dumpty.
Helter Skelter.
Ni todos los caballos del rey.
Healter Skelter.
Ni todos los hombres del rey pudieron borrar de la nevera.
Escrito con sangre.
Cerdos.
Escrito con sangre.
Muerte a los cerdos.
Escrito con sangre.
Alicia ve las natillas goteando del ojo del perro muerto.
Cómeme.
Alicia en el cielo.
Con diamantes.
Si no sale el sol.
Brillaba, brumeando negro, el sol.
Siempre puedes ponerte moreno tumbado bajo la lluvia.
Moreno en váparas lejanas.
En un jardín inglés.
Como en esta playa donde la luna rielaba con desgana.
Un perfecto bronceado ostra.
El sol no tenía por qué estar ahí.
Los crímenes solo pueden entenderse mirando su reflejo en el espejo.
No desvariemos: esto es el sueño de un caballero senil.
Bébeme.
Lucy en el cielo.
Brillan en ti locos diamantes.
Alicia en el suelo barre la arena.
La Morsa y el Carpintero se paseaban cogidos de la mano.
Lucy llora desconsoladamente, su cabeza contra el techo.
Cómeme.
Lloraban, inconsolables, de la pena de ver tanta y tanta arena.
Mira cómo sonríen. Como cerdos en una pocilga.
¡Oh ostras! ¡Venid a pasear con nosotros! -requirió, tan amable, la Morsa.
Mira como gruñen.
La ostra prefería no dejar tan pronto su ostracismo.
Yo soy él y tú eres él y tú eres yo y todos somos a la vez.
Le cuentan a Alicia.
Tweedledee y Tweedledum le cuentan a Lucy.
Subiendo a la Torre Eiffiel.
Soy el hombre huevo, dice Tweedledee.
Soy el hombre huevo, dice Tweedledum.
Soy la morsa, dice la morsa dando la mano a las ostras.
Y el cuervo desciende del cielo.
Cuatro ostras más las siguieron, y aún otras cuatro más; por fin vinieron todas a una, más y más y más.
Una sombra negra cerniéndose como la muerte.
¡Qué amables habéis sido en venir! ¡Y qué ricas que sois todas!
Oye, has sido una mala chica, te bajaste las bragas.
¡Demasiada manteca has untado!
Como Lucy en el cielo.
Como Alicia borrando de la nevera.
Pateando a EAP.
¡Qué buen paseo os hemos dado!
Pero no había nadie para responder.