09 Abr

Es inútil dejar de quererte / ya no puedo vivir sin tu amor

por Carolina Montoto

Soy la doctora Montoto, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, y en estos momentos me encuentro en el metro, a punto de perder los papeles. Tengo las fosas nasales dilatadas y estoy hiperventilando. El corazón me palpita desbocado y unas gotas de sudor me caen por la frente. La razón: en el vagón acaba de entrar un rebaño de hinchas blaugranas que tocan vuvucelas y corean himnos para demostrar su poderío machoman. Me bajo en la siguiente parada, con tal de no tener que aguantarlos, y, ya en la puerta, antes de que se cierren, les espeto: «¡¡Ya podríais gritarles más a los defraudadores como Messi y dejar tranquila a la gente normal!!». Al otro lado del vidrio, oigo sus rugidos y veo con gran satisfacción cómo sus rostros se ponen rojos de la indignación.

Me subo al siguiente convoy, que tarda bastante en aparecer. Por los altavoces explican que la línea amarilla permanece parada debido al acto incívico de un pasajero. Se me ponen de nuevo los pelos de punta cuando me planteo si no será esta una nueva manera de llamar a los suicidios.

Entre la muchedumbre del vagón se abre paso un hombre que pide limosna. Cuando oigo que repite esa estupidez de: «Porque es triste pedir, pero más triste es tener que robar» me tiro de los pelos. Pero el horror llega cuando para despedirse añade «Que Dios les bendiga». Entonces, me hincho como un gato, el lomo se me arquea, saco las uñas y bufo indignada. «¿Dios? ¡¡¿Ese Dios que lo ha dejado de lado, si es que existe, ese Dios que ha abandonado a los habitantes de la Franja de Gaza?!!», exclamo. El hombre me mira con la sorpresa dibujada en la cara. «¡¿Ese Dios en cuyo nombre la Iglesia nos roba millones de euros?!», le digo mientras lo agarro por la manga para que no se vaya, dispuesta a explicarle que la Iglesia no paga el IBI de ninguno de sus inmuebles. El hombre consigue zafarse de mi mano y se marcha corriendo. Tal vez he alzado demasiado la voz, y no debería haberlo zarandeado, reconozco un poco avergonzada.

Miro a mi alrededor y no veo a nadie. Estoy sola, en el centro del vagón. Toda la gente se ha bajado apresurada de él, alguno incluso se ha caído en su precipitación, y desde el andén me contemplan con una mezcla de alerta, sorpresa y enfado. Una niña incluso llora. Una mujer está llamando a la policía.

Pero a mí aún no se me ha pasado la irritación. Del enfado que llevo, me sale humo de la nariz. Al principio es solo un hilillo, como si estuviera fumando, que se vuelve más y más espeso, hasta convertirse en una gran nube que me impulsa hacia arriba. Comienzo a elevarme poco a poco, propulsada por mi rabia. Primero a apenas unos centímetros del suelo, y de pronto, ¡oh, my God!, me encuentro flotando encima de la nube, arropada por esta, como si me hubiera metido en una pintura de Marc Chagall, y abajo no hay más que molestas hormiguitas. Mi enfado se vuelve más ligero, y eso hace que suba más y más, a medida que voy soltando mi humo cabreado. Creo que ha llegado el momento de desaparecer, pienso de repente, con una lucidez poco habitual en mí. Y como no quiero que nadie guarde un mal recuerdo sobre mí, mientras me despido obsequio a mis molestas hormiguitas terrestres con una canción que la gran Chavela Vargas me plagió hace ya unos años.

 

10 Nov

Estudio antropológico del machoman

por Carolina Montoto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y desde hace unas semanas me hallo totalmente absorta por un estudio antropológico que he emprendido sobre la formación-construcción del machoman.

Tras mi observación del ejemplar que desde el verano calienta ocasionalmente mi cama, de nombre Carmelo y altura 1,72 cm, peso 70 kg, tensión 120/80 mmHg, y sin otros antecedentes patológicos de interés, he podido concluir algunas de las características que reúne este género:

-En sus juegos, solo hay ganadores o perdedores.

-No contemplan los tonos grises, ni los silencios.

-Con sus largos discursos y el tono de voz alto que emplean para pontificar, imponen ritmos trepidantes que no dan la oportunidad de reflexionar al contrincante.

Hasta aquí, el corpus teórico. Leer más

27 Oct

Caso clínico número 1

por Carolina Montoto

Motivo de consulta: Acude a consulta varón de 34 años sin hábitos tóxicos ni antecedentes de enfermedades médicas ni intervenciones quirúrgicas. Refiere un cuadro de visión borrosa que ha evolucionado y que en la actualidad le hace ver chinches y piojos por todas partes, lo que le genera mucha ansiedad. Todo ello se acompaña de dolor intenso en ambas gónadas sexuales (testículos) y una erección permanente que el paciente refiere tener desde el domingo 1 de octubre.

Antecedentes personales: Interrogado sobre su situación personal, refiere cierto aislamiento social, escaso apoyo familiar, cambios estresantes y pérdida de prestigio reciente en relación a pérdida de puesto de trabajo.

Exploración física: Orientado en persona y espacio y leve desorientación en tiempo. Bradipsiquia. Estado de ánimo hipotímico con labilidad emocional. Resto de la exploración anodina si exceptuamos tatuaje con bandera española en extremidad superior derecha a nivel escapular.

Con sospecha de diagnóstico de niveles altos de testosterona, lo remito a Endocrinología.

Con sospecha de trastorno de la identidad personal que suple con una identidad a la patria lo remito a Psiquiatría. Le recomiendo se abstenga de mirar la tele mientras le doy con el fonendo y, sin poder evitarlo, le digo:

-Demasiados aguiluchos en la cabeza, muchacho.

 

13 Oct

Efluvios de testosterona patriótica

por Carolina Montoto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y he de decir que desde hace un mes persisto en mi convencimiento de que puedo regenerar lo aparentemente irregenerable.

En concreto, me refiero a mi Carmelo, un hombre que va a todas partes en su coche (insensible a las nocivas consecuencias del cambio climático) y compra sin ningún empacho en tiendas de Inditex  (insensible a la explotación/esclavización de mano de obra por parte de esta empresa).

Sin embargo, mis esperanzas suelen verse frustradas cada vez que él vuelve a las andadas al no sumarse a la campaña contra Vueling, compañía que ha firmado un convenio para deportar a los inmigrantes llamados ilegales, por ejemplo.

Y entonces tenemos bronca, y vuelta a empezar. Leer más

29 Sep

Daños colaterales de un verano too much fou

por Carolina Montoto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y lejos de mi voluntad convertir este post en algo parecido a una sesión de psicoterapia virtual. Pero hay una cuestión acuciante que me preocupa y que pretendo resolver aquí.

Sin embargo, antes hay algo que debo explicar.

La vida a veces nos lleva por derroteros inexplicables, y yo, imprevisible como soy, un buen día de agosto me monté en un autobús turístico y conocí a un hombre. Creo que eso ya lo he contado. Lo que no he dicho es que ese hombre se llama Carmelo, tiene treinta y siete años, dos hijos, una hipoteca y un plan de pensiones de la entidad bancaria donde trabaja. Una joya. Leer más

15 Sep

Crónica de un verano loco

por Carolina Montoto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y creo no exagerar si digo que este verano me ha sucedido algo espantoso, que me ha trastornado de arriba abajo y ha vuelto mi vida al revés.

Ha sido un verano, por cierto, horrible. Los mosquitos me han acribillado a picadas; por culpa del aire acondicionado aún arrastro una bronquitis y ni siquiera he podido entretenerme viendo películas porque el videoclub de mi casa está en la cuerda floja debido a que quieren subir el alquiler del local a precios astronómicos: son las cosas que tiene el vivir en una ciudad concebida como un negocio en vez de estar pensada para sus ciudadanos. Leer más

30 Jun

Rebelión en el geriátrico

por Carolina Montoto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y hoy he vivido una experiencia singular: visita a un geriátrico que se acaba de inaugurar en el barrio y al que queremos hacer un seguimiento. Es público, pero de gestión privada, y yo no puedo por menos que preguntarme cómo es posible que aún no se hayan enterado nuestros políticos de que no puede mezclarse el aceite con el agua.

No tengo ningún familiar ingresado allí, así que no hay nada que justifique mi presencia en el centro. Nada que haga que mi visita pase inadvertida. Por eso decido hacer las cosas a mi manera.

Que tiemble el mundo, me digo, que ahí va la doctora M. Leer más

23 Jun

Marcianos hasta en la sopa

por Carolina Montoto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y he de decir que, ante todo, soy una persona optimista y que creo en el género humano. Por eso me reafirmo en mi creencia de que el amor mueve montañas y hoy, una vez más, lo he intentado demostrar, apoyando a una amiga que iba a sufrir el duro trance de conocer al novio de su hija (mi ahijada).

Esto es lo que me ha dicho ella: duro trance. Cena familiar. A la que yo estoy invitada. A la que en realidad estoy obligada a ir para amenizar la velada, insiste con cierta agresividad. ¿Problemas con el «yerno»?, le pregunto con cierta sorna. Y tras someterla a un tercer grado intuyo que la lupa con la que mi amiga lo mira está llena de prejuicios: solo ha hablado con él una vez por teléfono y ha comprobado que éste abusa de adverbios como «perfectísimamente», emplea muletillas de controlador como «¿me explico?» y salpica sus frases de vaguedades y relativizaciones diciendo que todo es «tipo tal». Leer más

16 Jun

La culpa de todo la tiene Yoko Ono

por Carolina Monto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y según lo que se dice, el amor mueve montañas, entendiéndose el amor de una manera amplia, y la amistad es para siempre.

¿Son estas afirmaciones ciertas?, me pregunto, y con el espíritu indagador de miss Marple me afano en encontrar una respuesta.

La oportunidad de dar un buen empujón a mis pesquisas me llega cuando mi amiga Laura B me dice que necesita mi apoyo emocional. Ha conocido a alguien por Tinder y quiere saber mi opinión. Que yo le haga de carabina en su primer encuentro con el candidato. Arrugo el morro. ¿Acaso no es ya mayorcita para saber lo que no le conviene? Por ejemplo, un osado aventurero, alpinista temerario y paracaidista suicida, le digo. Leer más

09 Jun

Orgasmos de todos los colores

por Carolina Montoto

Soy la doctora M, especialista en medicina familiar y comunitaria, y querría comenzar este post con una declaración de intenciones: la doctora M., aunque no lo parezca, aunque a veces semeje lo más energúmeno que puede pisar este planeta, tiene su corasonsito. Sí, así es. Y por eso hoy hablaré de amor.

Primero diré algo que tal vez no gustará demasiado: he comprobado que en algunos casos el ansia de amor hacia alguien no es sino el resultado de la falta de amor por un@ mism@. Una de cal y otra de arena. Desde otro prisma también se podría decir que el amor es el fruto del deseo de lograr una mayor completitud. Que la pareja cubra las propias faltas. Ahí donde tú no llegas, llega el otro o la otra. Los polos se atraen y una persona alta a veces busca a alguien más baja, para compensar, y la activa a la más pasiva. Leer más