Esta es una historia de apropiaciones y adaptaciones.
Apropiación 1: Martin Scorsese en The Departed.
Me preocupan los chinos que creen que es inteligente venir a una transacción de negocios con armas automáticas. Para su propio bien dile a Bruce Lee y sus Karate Kid que a nosotros no. Porque en este país no le añadimos pulgadas al pene. Te puede costar cadena perpetua.
En su momento me pareció significativo el irritante discurso de Frank Costello en The departed. En él se desprecia (sobre todo con su tono) a los orientales. Hay que tener en cuenta que la película de Scorsese es un remake de Mou gaan dou (Infernal Affaires) una película realizada en Hong Kong, dirigida por Wai-keung Lau y Alan Mak. Pero, curiosa o deliberadamente, es difícil descubrir este dato viendo la película. En los títulos de crédito figura como guionista William Monahan y, por supuesto, parece de autoría indiscutible de Martin Scorsese.
En el parlamento del mafioso irlandés interpretado con su habitual sobreactuación por Jack Nicholson se entiende que no le gusta, incluso desprecia, los métodos de los traficantes de drogas chinos, pero también se puede entender, leyendo entre líneas, de forma torticera si se quiere y de manera muy subjetiva por mi parte, cierto desprecio hacia todo lo que provenga de oriente. Tal y como lo interpreto lo que subyace al mensaje de Costello-Monahan-Scorsese es que de ninguna manera los orientales pueden enseñar a hacer películas a los occidentales (léase Hollywood)
Apropiación 2: Oswald, el conejo afortunado.
22/11/63 es una de las peores novelas de Stephen King, lo cual, dada la mediocridad de la mayoría de sus obras, es decir mucho.
En alguna ocasión he defendido los ejercicios metanarrativos que alguna de sus novelas apuntaban, experimentos truncados en beneficio de una “necesaria” coherencia narrativa que conduce a funestos desenlaces. Si bien en ocasiones el desarrollo de algunas de sus tramas puede ser interesante (sobre todo en aquellas novelas escritas en las décadas de los 80 y 90 del “siglo pasado”) manteniendo un buen ritmo y una envidiable tensión narrativa (algo que más tarde olvidó, plagando sus novelas de innecesarias descripciones y justificaciones, como si, de pronto, hubiese olvidado la forma de tejer una buena narración y hubiese decidido compilar toda tipo de información completamente prescindible… de ahí que las ¿leyendas? en torno a la autoría de sus (mejores) obras sigan en pie) las conclusiones de sus novelas son, salvo pocas excepciones, decepcionantes por su concesión a la coherencia (algo que, completamente tergiversado y no exento de hipocresía, se suele denominar como “respeto al lector”) y a la explicación de todos los misterios planteados.
22/11/63 es una de las peores novelas de King porque ha olvidado completamente la tensión y se ha volcado en la recopilación de datos y detalles irrelevantes.
Es imperdonable que partiendo de una premisa tan interesante para una novela de misterio y/o fantástica y/o ciencia-ficción, la de un viaje al pasado para impedir el asesinato de Kennedy, la historia acabe convirtiéndose en una novelilla costumbrista con tintes sentimentales de dudosa calidad.
¿Y qué tiene que ver la película de Scorsese con la novela de King?
En un momento de delirio el protagonista, en un hospital, su intento de detener a Lee Harvey Oswald condenado al fracaso, deja caer esta misteriosa frase:
“Oswald es un conejo”
Puede que se esté refiriendo a Oswald, el conejo afortunado, uno de los primeros personajes de Disney, al que transformó (de forma poco sutil), tras perder sus derechos, en Mickey Mouse. Y de Disney se conoce su proverbial capacidad para apropiarse y explotar el talento de otros.
Puede que se refiera a ese Oswald. Pero donde “realmente” Oswald es un conejo es en Billy Bat, un manga escrito por Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki, ilustrado por el propio Urasawa.
Adaptaciones 1: Billy Bat, de Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki.
Intentar resumir la trama de Billy Bat es infructuoso. Los que conozcan la obra de Urasawa (Monster, Pluto, 20th Century Boys…) saben que se ramifica extensamente profundizando en los personajes y que sus tramas, con numerosas referencias, reinventan los lugares comunes constituyendo poderosas reescrituras de géneros populares. Así Monster podía ser una especie de reescritura de El fugitivo, Pluto es un homenaje a Astro Boy de Osamu Tezuka pasado por las premisas de Blade Runner y 20th Century Boys una mezcla imposible de rememoración infantil del pasado con manga Mecha, temas postapocalípticos y siniestras sectas totalitarias. Un ejercicio de reescritura que a pesar de remitirnos explícitamente a sus fuentes no deja por ello de ser original.
Billy Bat muestra la investigación de un dibujante de mangas, Kevin Yamagata, para encontrar el origen del personaje del dual murciélago que él creía invención propia y que se remonta a los primeros tiempos de la humanidad. Lo que ocurre es que Yamagata pertenece a una estirpe de dibujantes del murciélago (o de los murciélagos, hay dos no lo olvidemos) con la capacidad de escribir el futuro a través de sus dibujos.
La historia implica a lo largo del tiempo tanto a jesuitas y ninjas como a las tropas estadounidenses de ocupación japonesa, mostrando la intromisión del (de los) murciélago(s) en el devenir histórico.
En un giro narrativo, Yamagata comprueba que no puede escribir más historietas del personaje de Billy Bat (el cual, por cierto, tiene cierta semejanza con Mickey Mouse) ya que sus socio ha vendido los derechos a una compañía estadounidense dirigida por un personaje cuyo rostro en el manga es el de Walt Disney, convirtiendo al personaje del murciélago en un fenómeno social. Directivos de un refresco llamado Golden Cola, la CIA, el Ku Klux Klan y Lee Harvey Oswald se ven implicados en la trama durante algunos volúmenes del manga. El objetivo de Yamagata es impedir el asesinato de Kennedy, dibujando frenéticamente aventuras de Billy Bat para convencer a Oswald, ya que de seguir vivo Kennedy se alcanzará un próspero futuro para la humanidad.
Todo lo contrario a lo que plantea Stephen King.
En el manga que Yamagata dibuja Oswald es un conejo.
Apropiación 3: 22/11/63
Billy Bat empezó a serializarse en 2008.
22/11/63 se publicó en 2011.
El dibujo de Oswald como el conejo de Yamagata aparece en la entrega 34
Stephen King pudo tener acceso a Billy Bat antes de escribir 22/11/63 (o durante el proceso de escritura)
Stephen King se comporta como Frank Costello, no soporta que los orientales vengan a explicarle como contar historias. King a lo largo de su insípida novela recrea con nostalgia los años de su infancia… es cierto, en aquella época todo el mundo fumaba… es cierto, al protagonista le indignan ciertos detalles de discriminación sexual y racistas… pero el protagonista es un hombre, blanco y no fumador, así que la vida en 1960 es para él maravillosa… en ningún momento se plantea la idea de contemporizar con Oswald como hace Yamagata, su misión es matar a Oswald.
Y entonces, subconscientemente, al personaje y a King se le escapa la frase “Oswald es un conejo”… no Oswald el conejo, sino Lee Harvey Oswald es un conejo.
Como en Billy Bat.
Muchas veces, casi siempre, es preciso una mirada ajena para mostrar como es aquello que vivimos. Urosawa da una certera, al mismo tiempo que fantástica, recreación de los años 60 en Estados Unidos. Algo que King (¿en su intento de enmendar la plana a Urosawa sin “añadir pulgadas al pene”?) no consigue.
“Me preocupan los chinos que creen que es inteligente venir a una transacción de negocios con armas automáticas”. Así fue como King pergeñó su particular The Departed.