11 Abr

Entrega #19 (año 2017): “Mac y su contratiempo”, de Enrique Vila-Matas

por Javier Avilés

Algunas notas sobre Mac y su contratiempo de Enrique Vila-Matas.
1
a) 53 días es el título de la novela póstuma de George Perec. En los pocos fragmentos definitivos que dejó, trece capítulos, se narra la historia de un profesor francés en un imaginario país africano al que encargan que investigue la desaparición de Serval, un antiguo compañero de colegio y reconocido escritor a través del manuscrito de una novela. El manuscrito hace referencia a otras novelas en las cuales de forma implícita se desvelan los hechos, pero no los relacionados con la desaparición de Serval, sino de la trama que acabará implicando al profesor convirtiéndolo a ojos de la policía en el asesino de Serval.
b) 53 días es el tiempo que Stendhal tardó en escribir La Cartuja de Parma, novela en la que no aparece en ningún momento ninguna Cartuja en Parma (hasta el final y de pasada):
Al día siguiente, tras haber enviado a la autoridad competente su dimisión del arzobispado y de todos los cargos que el favor de Ernesto V y la amistad del primer ministro le habían procurado, se retiró a la Cartuja de Parma, a dos leguas de Sacca, en medio de los bosques que riega el Po”
c) Mac y su contratiempo es una especie de diario que su autor quiere que sea póstumo. Tiene exactamente 54 entradas.
d) Un roman est un miroir qui se promene a le long de la route. (Stendhal)

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05 Abr

Entrega #18 (año 2016): “El gigante enterrado”, de Kazuo Ishiguro

No quiero ser como las contraportadas de Anagrama en las que se desvela parte del misterio de la novela, así que, si no queréis pistas sobre la novela no sigáis leyendo. A mi me ha parecido una novela magnífica tanto en su aspecto de novela de género fantástico como en su construcción recreando el estilo de Malory y su ciclo artúrico (o la recreación de la recreación de Mallory que hizo Steinbeck).
De todas formas estoy dividido ante la novela de Ishiguro. Por una parte he disfrutado mucho leyéndola. Por otra debo despojarme de mis prejuicios ante la novela de género: ¿Es una novela menor por ser fantástica, de fácil lectura y no pretender ser Alta Literatura (sea lo que sea eso)? Creo que bajo su apariencia de divertimento, de su pertenencia a un género al que todavía se considera menor, de poder calificarla en algunos aspectos de comercial, Ishiguro no traiciona lo que podríamos llamar principios de su narrativa.
Así que recomiendo enfebrecidamente su lectura.
Sigamos… o no.

Después de lograr la paz a través de la guerra, el rey Arturo se vio en el dilema de todos los soldados en tiempos de quietud. No podía desbandar a sus caballeros en un mundo donde la violencia dormía un sueño inquieto. Y por otra parte, es difícil, cuando no imposible, preservar la fuerza y el temple de los hombres de armas si no utilizan las armas, pues nada se herrumbra con tanta prontitud como una espada en desuso o un soldado ocioso.(…) Así aprendió Arturo la lección que todos los caudillos aprenden con perplejidad: que la paz, y no la guerra, es la que destruye a los hombres; la tranquilidad, y no el peligro, la madre de la cobardía; la opulencia, y no la necesidad, la que acarrea aprensiones e inquietud. El rey descubrió que la anhelada paz, lograda a un precio tan amargo, engendraba más amarguras que la angustia padecida para alcanzarla. El rey Arturo veía con aprensión cómo los jóvenes caballeros, en principio destinados al ejercicio de la guerra, agotaban sus fuerzas en el cieno del lamento, la confusión y la autocompasión, condenando los viejos tiempos sin haber creado nada para reemplazarlos.

John Steinbeck; Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros. (Traducción de Carlos Guardini para Edhasa)

Y, antes de terminar la frase, abre la cajita. Pero allí no había absolutamente nada: ni rastro de belleza; al contrario, tan sólo había un sopor infernal, el auténtico sueño del Estigio, que invadió a Psique en cuanto se levantó la tapa, envolvió todos sus miembros en una densa nebulosa soporífera y la hizo desplomarse en plena marcha.Yacía en el inerte suelo; estaba tan dormida como un cadáver.

Apuleyo, El asno de oro. Psique y Cupido.

Un anciano barquero de imponentefigura, se acercaba remando vigoroso,y cual golpea el látigo furioso,restallaba su voz, dura, inclemente:
—¡Ay de vosotras, almas pecadoras,nunca esperéis volver a ver el cielo!Vengo a llevaros a la otra ribera,donde no existe el día ni las horas,a las tinieblas, al calor, al hielo.Tal es la eternidad que allá os espera.

Dante, Divina Comedia; Canto III, La Puerta de la Muerte.
Dice la tradición órfica que una vez traspasadas las puertas de Hades, tras pagar tu óbolo al barquero, no debes beber las aguas del Leteo, el río del olvido. Debes aguantar la sed que te domina hasta llegar cerca del palacio del dios del inframundo y beber de una fuente junto a un avellano, símbolo de sabiduría. Así conservarás intacta tu memoria y podrás acceder a los Campos Elíseos… o algo así.
El barquero siempre conserva intacta su memoria. El barquero es el único narrador posible de la novela de Ishiguro, eso lo entendemos al final. Pero el barquero es un tramposo, nos engaña y siempre, siempre, pide algo a cambio.
La memoria es fundamental en toda la narrativa de Ishiguro. La memoria y el solipsismo. Sus novelas suelen estar narradas en primera persona por una suerte de narrador infidente que constituye nuestra única fuente de información. En las novelas de Ishiguro la incertidumbre y la inconsistencia de la memoria es fundamental.
En El gigante enterrado nos enfrentamos a una nueva perspectiva de este aspecto recurrente en Ishiguro. Aquí todos los personajes son incapaces de recordar. Toda una región está sumergida en una bruma de olvido que si bien no les permite recordar como han llegado a esa situación si que les permite crear pequeñas comunidades en las que se vive en una relativa paz comunal.
¿Cuál es el truco del barquero, el único narrador posible de la novela y, como narrador de Ishiguro, infidente? ¿Qué nos pide a cambio de llevarnos hasta la otra orilla al final de la novela? En primer lugar que le creamos mientras nos cuenta la historia. En segundo lugar que digamos que su historia es una buena historia.
Bien no lo es y sí lo es.
Tal vez toda la narrativa de Ishiguro sea como la trampa mentirosa del barquero.
Disfrutas con la historia pero no encuentras nada al llegar al otro lado.

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21 Mar

Entrega #17 (año 2014): “Las chicas”, Emma Cline

por Javier Avilés

La realidad no puede ser un spoiler:

Dennis Wilson, batería y miembro fundador de los Beach Boys, conoció en 1968 a Charles Manson. En principio Wilson recogió a dos chicas que hacían autoestop que resultaron pertenecer al clan Manson. Poco tiempo después Wilson se encontró al mismísimo Manson y a todos sus seguidores ocupando su casa. Una docena de desconocidos, en su mayoría mujeres, que poco a poco se fueron apropiando de su mansión. Quid pro quo: Sexo por alojamiento. El objetivo de Manson era aprovechar los contactos de Wilson para grabar un disco con sus propias canciones.

… “pero yo también lo oía, todo ese vacío en las canciones que te hacían ver que eran burdas, ni siquiera burdas, sencillamente malas: sensiblerías empalagosas, letras sobre el amor tan insulsas como las de un niño de primaria, como un corazón dibujado por una mano regordeta. Sol, flores y sonrisas. Pero, aun así, no era capaz de reconocerlo del todo”

Wilson no fue capaz de decirle a Manson que no. Al final, durante el año 1969, periodo en el que transcurre la novela de Cline, el compromiso de decir que no a Manson recayó en el productor Terry Melcher.

Terry Melcher vivía de inquilino en una casa propiedad del empresario Rudi Altobelli, pero la había dejado hace unos meses. Los inquilinos en aquel momento eran Roman Polansky y Sharon Tate.

Manson quería matar a Melcher.

Manson quería matar a cualquiera.

A los miembros del clan ni siquiera les importó que Melcher ya no viviera allí. Ni debieron saberlo.

Sharon Tate, Jay Sebring, Wojciech Frykowski y Abigail Folger fueron asesinados.

Un detalle escabroso: Los cuatro asesinos salieron manchados de sangre de la casa en la que creían que vivía Melcher cantando “Qué será, será”. Terry Melcher era hijo de Doris Day.

Al día siguiente el clan volvería a matar.

[Nota: Hitler y la pintura, Manson y la música… ¿todavía no se ha dado el caso del escritor rechazado que se dedique a asesinar editores?]

Cline en Las chicas da por sentado que la historia de los brutales asesinatos de Cielo Drive perpetrados por Charles “Tex” Watson, Patricia Krenwinkel, Susan Atkins y Linda Kasabian, miembros de la Familia Manson y la relación que el clan mantuvo con Dennis Wilson son suficientemente conocidos. A partir de esos hechos crea una ficción cambiando los nombres de los personajes tomando como referencia el punto de vista subjetivo de una narradora que tiene cierta intervención en los sucesos para intentar explicar(nos)(se) los motivos y circunstancias que en la época podían impulsar a una adolescente a formar parte de una comunidad dirigida por un líder, Russell, con una especie de poder místico de convicción.

Sexo, drogas, mugre y mala música. Good vibrations.

Estábamos fundando, decía Russell, un nuevo tipo de sociedad. Sin racismo, sin exclusiones, sin jerarquías. Estábamos al servicio de un amor más profundo. Así lo decía él: un amor más profundo; su voz retumbaba en aquella casa destartalada de las praderas californianas, y jugábamos todos juntos como perros, revolcándonos, mordiendo y jadeando por el impacto del sol. Éramos apenas adultos, la mayoría y aún teníamos los dientes lechosos y nuevos. Comíamos cualquier cosa que nos pusieran delante. Gachas que se nos quedaban atascadas en la garganta. Pan con kétchup, virutas de carne ahumada de lata. Patatas empapadas en aceite de colza en espray.”

El punto de vista subjetivo de la narradora es sumamente conveniente para las intenciones de la autora. En primer lugar la narradora perteneció y no perteneció al clan que se describe en la novela. Pese a estar fascinada por la vida en esa nueva sociedad fundada por Russell y a su evidente atracción por una de las chicas, la narradora sigue atada a su pequeño mundo burgués en el que la idea de familia se va desmoronando. En segundo lugar la subjetividad sirve para que se sucedan una serie de imágenes narrativas de una fuerte carga poética al tiempo que crítica. Poética en cuanto rememora un sentimiento adolescente, crítica en cuanto la narración parece tener la perspectiva del tiempo como aliada. Todo esto confiere al personaje de la narradora una carga emocional ambigua y un carácter muy personal, subjetivo, por lo que todo juicio queda en manos del lector, si es que este cree que debe juzgarse.

Las chicas es una novela correcta… sea lo que sea lo que eso signifique.

(Bien, aquí viene ahora la reflexión sobre las cosas que se pueden leer en las solapas. “Las chicas fue el libro más codiciado en la Feria de Frankfurt de 2014”, “se plantea adaptar el libro a la pantalla”… Independientemente de su posible valor literario o narrativo, lo que se destaca es el dinero que se ha tenido que pagar por sus derechos (“el libro más codiciado”) y su próxima adaptación cinematográfica. ¿Qué es lo que realmente ocurre en el mundo editorial? Pues que se intenta no asustar al lector, no ya alabando las posibles virtudes literarias de una novela, sino descartando toda obra que ofrezca un grado de dificultad. Que una novela se vaya a adaptar al cine implica que su narración puede resumirse en imágenes. Lo que se le está diciendo al posible lector que vaya a comprar la novela de Cline es que no tenga miedo, que es una narración accesible cuya historia puede compendiarse en una proyección de poco más de hora y media. De hecho eso es lo que la mayoría de los catálogos editoriales ofrecen: “narraciones accesibles”. Y Las chicas lo es. Desde un “fundamentalismo” literario asegurar que una novela es “accesible” puede parecer un desmérito. Pero no necesariamente tiene que ser así. Las chicas es el tipo de narración que ofrece habitualmente Anagrama. Buena narrativa sin ambición literaria. Pero el hecho de que la ambición literaria haya desaparecido de los criterios de evaluación de una novela, que se valore más el dinero pagado o su adaptación cinematográfica dice bastante sobre el tipo de narrativa al que nos quieren empujar los grandes, poderosos, medios editoriales)

 

Los fragmentos pertenecen a la traducción de Inga Pellisa de The girls, Las chicas, de Emma Cline, para la editorial Anagrama.


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15 Mar

Entrega #16 (año 2016): “Magistral”, Rubén Martín Giráldez

Si uno dobla convenientemente su ejemplar de Magistral por las páginas 48 y 80 obtendrá un aparente volumen de la novela Notable American Women de Ben Marcus. Así, Magistral, la novela de RMG se compone de: un alegato de la novela Magistral, que quiso llamarse Regüeldo, escrita por la voz narradora de Magistral de RMG, (voz que no es la de RMG); Notable American Women, de Ben Marcus, o más bien, la simulación de esa novela; fragmentos de la traducción de NAW, o Notable North American Women, de Ben Marcos; y la irrupción de la Boca Norteamericana y su alegato contra Magistral.
La cuestión es que al doblar el libro para obtener nuestro ejemplar de NAW de Ben Marcus, libro tomado en préstamo en la Biblioteca de Sacramento, CA, quedan unas 30 páginas en el aire, fuera de las cubiertas, como un apéndice fuera del relato. De esa forma tenemos como fuera de la novela la parte en la que la voz narradora, que no es la de Giráldez, trata sobre la traducción y sobre todo sobre la traducción de Marcus.
Rubén Martín Giráldez, recordemos, es novelista y traductor.
Por partes nos quedaría, por orden de aparición: Primera parte en la que voz narradora de Magistral, novela de Rubén Martín Giráldez, habla sobre su anterior novela, Magistral, y lo que ésta significa en el panorama narrativo español contemporáneo. El apéndice en el que se desglosan los problemas de traducción de la novela de Ben Marcus. Y la segunda parte en la que la Boca Americana, otro narrador, impugna lo dicho por la voz narradora.
Hagamos constar que los dos últimos párrafos de la novela ponen en cuestión la personalidad de la voz narradora de la primera parte y del apéndice entre las falsas tapas.
Si todo lo que acabo de decir no es lo suficientemente confuso es que no he logrado transmitir el estupor que provoca la novela de Rubén Martín Giráldez.
Recordemos, también, que me une una gran amistad con el autor. Ya lo he dicho varias veces. Consecuentemente el valor de lo que yo pueda decir aquí queda empañado por nuestra relación personal. Así que hacedme caso o no. De todas maneras Rubén ya tiene tres novelas… tres opúsculos enloquecidos que hablan… que aúllan por sí mismos… todo lo que yo pueda decir está de más. Os puede gustar o no. Lo que es indudable es que Giráldez no os lo va a poner fácil. No se puede entrar y salir de Magistral como si nada. No hay una historia que lleve de una parte a otra, ni un amable narrador que os conduzca a través de los círculos del infierno de la escritura mientras os explica las características de cada uno de ellos. NO. En Magistral hay una voz perturbada dispuesta a trastornar el lenguaje y su uso, dispuesta a romper cualquier estructura narrativa y dispuesta también a contradecirse y a enmendarse. Pero la última réplica de la antivoz narrativa no pretende rehabilitar el orden, la legibilidad y la cordura, sino que va más allá del caos. Perdón, me dejé llevar, roza el caos, quiero decir, porque el autor es consciente de que hay un límite en el que todavía es lícito jugar con el lenguaje y a pesar de sus tanteos con el caos, callejón sin salida como ya nos han demostrado otros, impone como condición a su juego narrativo la inteligibilidad.
Y debe ser inteligible, y no solo un multijuego de palabras y estructuras, porque lo que se expone en Magistral (tanto en el Magistral de Giráldez, como en el Magistral de la voz narradora ensoberbecida de la primera parte de Magistral de Giráldez) es una feroz crítica a la narrativa contemporánea en España, a la complacencia de los lectores, al conformismo de los autores, a la falta de riesgo de los editores. Una crítica que ataca los cimientos de la Obediencia, denuncia las Grandes Operetas Amables, la connivencia de los bardólatras y la pasividad del lector.
Huye, todavía estás a tiempo. Como dice el autor, deberías estar corriendo en dirección contraria, alejándote.
Me gustaría seleccionar algún fragmento, destacar alguna frase, pero cada vez que me decido por una cita, aparece otra a continuación y luego otra, y otra… es imposible elegir solo una.
Lo mejor será copiar la novela entera a continuación:
Que en qué cabeza cabe que tu dueño fantasee con dejar de hacer uso de la lengua castellana cuando es dueño tuyo y de la lengua con que te lamentas, te lamentas. ¿No es un secreto a voces que el castellano ha comenzado por fin a emplearse sin disimulo como emético en varios países de Europa? Es cierto que de eso sólo yo tengo la culpa y que no debí andar perdiendo el tiempo en coplas rectificadas de sal y veneno durante mi juventud, pero ¿de verdad te preocupa tanto lo que haga ahora con el poco tiempo que le perdona el cargo a mi vocación? Si de ti dependiese, me pondrías una jaula en la boca y santas pascuas. ¿No es hora ya de volver a hablar de corrido? ¿Tengo que seguir echando mano de este lenguajo? ¿Seré siempre un oyente y nada más? Esto es una regencia, un oficio, el mayor cargo de responsabilidad que han sabido inventarse tus súbditos, y no un recreo, me dices. ¿Qué me ha llevado a traerme hasta aquí, chácharo y soberbio, y sin embargo paralizado por completo de opinión para abajo?...

 

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08 Mar

Entrega #15 (año 2013): “Al límite”, Thomas Pynchon

Bleeding edge: Dícese de aquella tecnología aún en desarrollo cuyo uso puede comportar un gran riesgo o un elevado coste. Un filo cuyo uso (desconocido) puede provocar una sangría (económica, principalmente… siempre hablamos de economía… de crear burbujas y dejar que exploten en las narices de la ciudadanía… de crear una serie de condiciones ficticias que permitan un desmedido flujo de capital sin límite (no tanto financiero, que parece no existir, sino moral, ético y todas esas zarandajas sociales de las que parecen reírse los prebostes del capital (sólo así, sin un límite moral, pueden entenderse las actitudes personales de aquellas personas al frente de entidades financieras y económicas que, supuestamente deben velar para que precisamente esas cosas no ocurran (referencia obvia (literaria) Karnaval de Juan Francisco Ferré (si no fuera redundante, qué gran novela hubiera podido ser una protagonizada por Rodrigo Rato en lugar de Strauss-Kahn))) sin importar las consecuencias sociales que se deriven de ellas… el capitalismo debe seguir en marcha… de hecho, el capitalismo no es más que un sistema que se reinventa a cada momento para seguir funcionando a pesar de sus limitaciones, una especie de “Ultimate machine” cuya única función es apagarse a sí misma y volver a encenderse, precisamente destrozando esos límites… como ejemplo serviría la reutilización de los tratados de libres comercio que se negocian en la actualidad… ya no es preciso que las multinacionales derroquen gobiernos (al amparo de oscuras facciones de servicios de inteligencia)… la política (local, nacional, internacional) ha perdido todo vestigio de ideología y se ha convertido en política económica… son los propios gobiernos de los estados los que, condicionados por su propia incapacidad para comprender la (iba a poner Maldad, así, con mayúscula) del sistema económico y financiero quienes están creando los instrumentos para delegar el Poder en las empresas multinacionales y las entidades financieras… por ejemplo el TTIP (

Más grande AQUÍ ) “Su objetivo principal es la eliminación de las “barreras” regulatorias, dicho de otro modo, acabar con las normas sociales y medioambientales que constituyan “barreras” a la libertad de comercio y de inversión y se “interpongan” en el flujo transatlántico”… … al parecer los tratados de libre comercio los negocian estados y empresas al margen de la ciudadanía, llegándose a dar casos de presiones para que países reacios acepten las condiciones: “La UE amenazó a Ecuador con eliminar ayudas al desarrollo si no aceptaba el libre comercio”  y convierte a las empresas multinacionales en gestoras de la economía y políticas nacionales: “Este tipo de procedimientos ha sido ya incluido en muchos acuerdos comerciales, y su utilización por parte de las multinacionales para atacar normas de protección de la salud, del medio ambiente, laborales, etc… no se ha hecho esperar. Que se sepa, se han presentado más de 500 demandas contra al menos 95 países. Entre ellas es conocido el caso de la tabacalera Philip Morris que reclama al Gobierno australiano miles de millones de dólares como indemnización por las pérdidas derivadas de la norma que en Australia prohíbe la publicidad en los paquetes de cigarrillos. Es también el caso de la empresa francesa Veolia, que demandó al Gobierno egipcio porque, entre otras cuestiones, sus márgenes de beneficio se vieron reducidos por la aplicación de un salario mínimo en el país” (por Laura Gonzalez de Txabarri, en Rebelión)  las empresas se constituirán en estados supranacionales por encima de los gobiernos locales… y esto qué nos deja… nada, ni siquiera la paranoia… cómo asombrarnos con las teorías conspiratorias si la realidad demuestra que no son más que un pedazo de la realidad que nos imponen esos entes llamados Mercados… hay algo insano, algo autodestructivo, algo que nos arrastrará a todos a las cloacas… mierda… perdón… me he dejado llevar… se supone que iba a hablar de la novela de Pynchon…

Vuelvo a Juan Francisco Ferré quien afirmó en twitter lo siguiente: “Algún día los historiadores más serios recurrirán a Pynchon para entender el devenir americano en la historia occidental” y pasa a ordenar las novelas de Pynchon cronológicamente: Mason & Dixon, Contraluz, V, El Arco Iris De Gravedad, La Subasta Del Lote 49, Vicio Propio, Vineland y Al Límite.

Visto desde esta perspectiva no podemos negar que la obra de Pynchon abarca la totalidad de la historia estadounidense, desde su fundación hasta la caída de las Torres Gemelas. Sin poder afirmar que lo que hace sea novela histórica, sobre todo desde que se ha convertido en una especie de subgénero en el que tiene acogida parte de lo peor y parte de lo más vendido, sin que una cosa excluya a la otra, de la narrativa contemporánea, si podemos decir que sus “ficciones históricas”, con toda la carga de ironía y delirios fantásticos que llevan, constituyen lo que afirma Ferré, una especie de panel histórico que muestra no tanto la Historia que reflejan los textos académicos, sino esa especie de infrahistoria que no tiene cabida en ellos.

Al límite, (¡Bleeding edge, cojones!) es una panoplia de situaciones que ocurren en torno a la época del ataque al World Trade Center. Y uso deliberadamente panoplia porque muestra una serie de “armas” empleadas para desestabilizar la sociedad o para encontrar resquicios en el sistema para enriquecerse. Desde la injerencia encubierta de instituciones gubernamentales estadounidenses en Centroamérica hasta el ataque terrorista, desde los hackers, independientes o contratados por el gobierno, hasta las burbujas financieras, desde los fraudes hasta las conspiraciones.

Lo bueno de Pynchon es que sabe que narrativamente no debe profundizar en este tipo de cosas sino mostrarlas simplemente a través de las aventuras personales de cada uno de los (¿cientos?) de personajes que pueblan la novela. Esto consigue un tono de profundidad, y quizás de denuncia, al mismo tiempo que un aire de liviandad irónica que constituye la marca personal del autor. Intenta abarcarlo todo a través de una sucesión de anécdotas y esa dualidad convierte a Al lím.. Bleeding edge en una novela amena y apreciable. Pero, lo que está claro es que no es una de las grandes novelas de Pynchon. Parece que ha decidido abandonar sus monumentales novelas “históricas” para volver, con ésta y ViciInherent Vice, a lo que ya abordó en Vineland, novelas de falso género noir que retratan una época determinada.

De todas formas es incuestionable que sigue siendo Pynchon. Un autor que demanda que entres en su juego paranoico-conspiratorio, que no te pide nada más, como lector, que te entregues y disfrutes.

¿Seguro?

No. Hay algo más en las novelas de Pynchon. Algo que las hace destacar sobre el resto. Pero está oculta entre sus páginas… así que no solo disfrutes leyendo. Investiga.

(La verdad es que los que admiramos a Pynchon acabamos pareciendo miembros de una secta. Somos lectores fanáticos y, por tanto, poco fiables cuando recomendamos una de sus novelas. Somos lectores paranoicos dispuestos a creer toda conspiración que Pynchon desvela. Y lo somos porque la realidad siempre nos sorprende imitando a la ficción. Tengo que confesar una cosa, creo haber visto a Mohamed Atta en 2001. Y eso que en principio parece una afirmación descabellada que busca cinco minutos de notoriedad, no es para nada imposible, ya que coincide con la cronología de sus pasos por el mundo… tal vez Atta, su fotografía, se haya instaurado en el subconsciente colectivo tras los ataques al WTC… pero comparto esa seguridad, la de haberle visto, con otra persona de absoluta confianza… y me encuentro que en la novela de Pynchon la protagonista de Al lím… de Bleeding Edge también coincide con Atta… o es otra broma de nuestro conspiranoico favorito:

Ya en el taxi de vuelta a casa, por la radio suena una ruidosa cháchara en árabe, que Maxine al principio toma por un programa de llamadas de oyentes, hasta que el taxista coge un auricular y se une a la charla. Ella mira la tarjeta de identificación fijada en el plexiglás. La cara de la fotografía es demasiado borrosa pata distinguirla, pero el nombre es islámico, Mohammed no sé qué. 

Es como oír una fiesta desde la habitación de al lado, aunque Maxine se fija en que no hay música ni risas. Emoción intensa, sí, pero más cerca de las lágrimas o la rabia. Hombres que se pisan al hablar, gritando, interrumpiéndose. Un par de las voces podrían ser femeninas, aunque más tarde le parecerá que pertenecían a hombres de voz aguda. La única palabra que Maxine reconoce, y la oye más de una vez es Inshallah.

—“Lo que sea” en árabe —dice Horst asintiendo con la cabeza. 

Están parados en un semáforo, esperando. Si Dios quiere —le corrige el conductor, medio volviéndose en su asiento, de manera que Maxine de repente puede mirarle directamente a la cara. Lo que ve en ella hará que le cueste conciliar el sueño. O al menos así lo recordará”)

 

De la traducción de Bledding Edge, Al Límite, de Vicente Campos, para Tusquets.

 

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01 Mar

Entrega #14 (año 2013): “Dogma”, de Lars Iyer

Alguna vez me he preguntado (y he preguntado) cómo debería ser la narrativa contemporánea. Todos parecemos saber cómo NO debería ser, pero tenemos vagas nociones de cómo debería ser.

Por suerte, Iyer parece tener similares inquietudes y lanza en Dogma una serie de propuestas para la narrativa del siglo XXI.
Como no podía ser de otra manera, un Lars apela a otro Lars. Iyer a von Trier:

“El cine ha de descender a la cotidianidad, y contar historias sobre la cotidianidad, eso es lo que exigía Dogma 95, dice W. El cine ha de preocuparse de la realidad. Del amor. De la muerte. «¡Pathos!», dice W. «¡Todo va del pathos!»”

Estas son, según W., según Iyer, las reglas, el Dogma narrativo:
Primera regla: Dogma es espartano.
Segunda regla: Dogma es Pathos.
Tercera regla: Dogma es sincero.
Cuarta regla: Dogma es colaborativo.
Quinta regla: Dogma practica el plagio.
Sexta regla: Dogma es personal.
Séptima regla: Habla siempre de monjas, y de perros.
Octava regla: Emplea términos griegos que apenas entiendas.
Novena regla: El dogmatista ha de estar siempre borracho.
Décima regla: Dogma ha de ser sobrio.

“¿Cuántas reglas tenemos ya?, se pregunta W. Dogma es colaborativo, de esa se acuerda. Dogma es claro, ¿dijimos esa? La presentación debe ser inteligible para todo el mundo. (…) Dogma es fundamentalmente democrático, dice W.Dogma es personal, en esa ya estábamos de acuerdo, dice.(…)Dogma es reticente (…) lo dicho no se publica. ¡Desprecia la publicación! ¡Publicar es de tontos! Por otra parte Dogma es estudioso.(…)Dogma es apocalíptico.(…)Dogma está de parte de quienes sufren (…) Dogma es un movimiento defensor.(…) Dogma es periférico (…) Dogma rehuye el centro, dice W. Por eso no debemos olvidar que Dogma es asertivo.(…)Una última regla, una especie de meta-regla, dice W.: Dogma es experimental. Pueden añadirse más reglas pero sólo mediante la experiencia de Dogma”

Es Dogma una novela Dogma. Pues al igual que el otro Lars (y no olvidemos que aquí hay tres Lars en juego, Iyer, von Trier y el personaje que acompaña a W.) abandonó Dogma 95, Iyer abandona sobre la marcha, en la misma novela, las reglas que postulan sus personajes. De hecho, las reglas adquieren plena validez cuando se las abandona. No hay cosa más inútil, digo yo a título personal, que un decálogo, a no ser que esté diseñado de forma que no se vayan a acatar nunca sus consejos.
Así pues, ¿qué es Dogma? Pues es la inteligente continuación de las histriónicas aventuras de W. y Lars, Magma.
Esta segunda novela de Iyer es de nuevo un lamento (exagerado, impostado, sí, pero sincero) sobre la degradación del pensamiento actual, sobre nuestra condición de sociedad pre-apocalíptica y sobre nuestra voluntaria estampida hacia el abismo.
Herzog, Kafka, Walser, Howlin’ Wolf, Jandek, el Oulipo, el Mahabharata, el capitalismo, la religión y muchos otros deambulan por la novela de Iyer junto a sus dos (¿idiotas?) personajes, mientras que las ratas sustituyen al agua que degradaba física, pero alegóricamente, el apartamento de Lars en Magma.

El pollo bailarín:

“¿Cómo es que nuestra idiotez nos sorprende aún?, se pregunta W. ¿Es que aún albergamos la esperanza de vencer a nuestra idiotez?”

Dirán que es una novela magnífica e inclasificable… ¿inclasificable? Es una novela Dogma, no hay más que decir.
Avanzamos en la dirección correcta.
 .
Los fragmentos de la traducción de José Luis Amores, para editorial Pálido Fuego.
 .

 

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22 Feb

Entrega #13 (año 2011): “22/11/63”, de Stephen King vs “Billy Bat”, de Naoki Urasawa

Esta es una historia de apropiaciones y adaptaciones.

Apropiación 1: Martin Scorsese en The Departed.

 Me preocupan los chinos que creen que es inteligente venir a una transacción de negocios con armas automáticas. Para su propio bien dile a Bruce Lee y sus Karate Kid que a nosotros no. Porque en este país no le añadimos pulgadas al pene. Te puede costar cadena perpetua.

En su momento me pareció significativo el irritante discurso de Frank Costello en The departed. En él se desprecia (sobre todo con su tono) a los orientales. Hay que tener en cuenta que la película de Scorsese es un remake de Mou gaan dou (Infernal Affaires) una película realizada en Hong Kong, dirigida por Wai-keung Lau y Alan Mak. Pero, curiosa o deliberadamente, es difícil descubrir este dato viendo la película. En los títulos de crédito figura como guionista William Monahan y, por supuesto, parece de autoría indiscutible de Martin Scorsese.

En el parlamento del mafioso irlandés interpretado con su habitual sobreactuación por Jack Nicholson se entiende que no le gusta, incluso desprecia, los métodos de los traficantes de drogas chinos, pero también se puede entender, leyendo entre líneas, de forma torticera si se quiere y de manera muy subjetiva por mi parte, cierto desprecio hacia todo lo que provenga de oriente. Tal y como lo interpreto lo que subyace al mensaje de Costello-Monahan-Scorsese es que de ninguna manera los orientales pueden enseñar a hacer películas a los occidentales (léase Hollywood)

 

Apropiación 2:  Oswald, el conejo afortunado.

22/11/63 es una de las peores novelas de Stephen King, lo cual, dada la mediocridad de la mayoría de sus obras, es decir mucho.

En alguna ocasión he defendido los ejercicios metanarrativos que alguna de sus novelas apuntaban, experimentos truncados en beneficio de una “necesaria” coherencia narrativa que conduce a funestos desenlaces. Si bien en ocasiones el desarrollo de algunas de sus tramas puede ser interesante (sobre todo en aquellas novelas escritas en las décadas de los 80 y 90 del “siglo pasado”) manteniendo un buen ritmo y una envidiable tensión narrativa (algo que más tarde olvidó, plagando sus novelas de innecesarias descripciones y justificaciones, como si, de pronto, hubiese olvidado la forma de tejer una buena narración y hubiese decidido compilar toda tipo de información completamente prescindible… de ahí que las ¿leyendas? en torno a la autoría de sus (mejores) obras sigan en pie) las conclusiones de sus novelas son, salvo pocas excepciones, decepcionantes por su concesión a la coherencia (algo que, completamente tergiversado y no exento de hipocresía, se suele denominar como “respeto al lector”) y a la explicación de todos los misterios planteados.

22/11/63 es una de las peores novelas de King porque ha olvidado completamente la tensión y se ha volcado en la recopilación de datos y detalles irrelevantes.

Es imperdonable que partiendo de una premisa tan interesante para una novela de misterio y/o fantástica y/o ciencia-ficción, la de un viaje al pasado para impedir el asesinato de Kennedy, la historia acabe convirtiéndose en una novelilla costumbrista con tintes sentimentales de dudosa calidad.

¿Y qué tiene que ver la película de Scorsese con la novela de King?

En un momento de delirio el protagonista, en un hospital, su intento de detener a Lee Harvey Oswald condenado al fracaso, deja caer esta misteriosa frase:

“Oswald es un conejo”

Puede que se esté refiriendo a Oswald, el conejo afortunado, uno de los primeros personajes de Disney, al que transformó (de forma poco sutil), tras perder sus derechos, en Mickey Mouse. Y de Disney se conoce su proverbial capacidad para apropiarse y explotar el talento de otros.

Puede que se refiera a ese Oswald. Pero donde “realmente” Oswald es un conejo es en Billy Bat, un manga escrito por Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki,  ilustrado por el propio Urasawa.

 

Adaptaciones 1: Billy Bat, de Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki.

Intentar resumir la trama de Billy Bat es infructuoso. Los que conozcan la obra de Urasawa (Monster, Pluto, 20th Century Boys…) saben que se ramifica extensamente profundizando en los personajes y que sus tramas, con numerosas referencias, reinventan los lugares comunes constituyendo poderosas reescrituras de géneros populares. Así Monster podía ser una especie de reescritura de El fugitivo, Pluto es un homenaje a Astro Boy de Osamu Tezuka pasado por las premisas de Blade Runner y 20th Century Boys una mezcla imposible de rememoración infantil del pasado con manga Mecha, temas postapocalípticos y siniestras sectas totalitarias. Un ejercicio de reescritura que a pesar de remitirnos explícitamente a sus fuentes no deja por ello de ser original.

Billy Bat muestra la investigación de un dibujante de mangas, Kevin Yamagata, para encontrar el origen del personaje del dual murciélago que él creía invención propia y que se remonta a los primeros tiempos de la humanidad. Lo que ocurre es que Yamagata pertenece a una estirpe de dibujantes del murciélago (o de los murciélagos, hay dos no lo olvidemos) con la capacidad de escribir el futuro a través de sus dibujos.

La historia implica a lo largo del tiempo tanto a jesuitas y ninjas como a las tropas estadounidenses de ocupación japonesa, mostrando la intromisión del (de los) murciélago(s) en el devenir histórico.

En un giro narrativo, Yamagata comprueba que no puede escribir más historietas del personaje de Billy Bat (el cual, por cierto, tiene cierta semejanza con Mickey Mouse) ya que sus socio ha vendido los derechos a una compañía estadounidense dirigida por un personaje cuyo rostro en el manga es el de Walt Disney, convirtiendo al personaje del murciélago en un fenómeno social. Directivos de un refresco llamado Golden Cola, la CIA, el Ku Klux Klan y Lee Harvey Oswald se ven implicados en la trama durante algunos volúmenes del manga. El objetivo de  Yamagata es impedir el asesinato de Kennedy, dibujando frenéticamente aventuras de Billy Bat para convencer a Oswald, ya que de seguir vivo Kennedy se alcanzará un próspero futuro para la humanidad.

Todo lo contrario a lo que plantea Stephen King.

En el manga que Yamagata dibuja Oswald es un conejo.

 

Apropiación 3: 22/11/63

Billy Bat empezó a serializarse en 2008.

22/11/63 se publicó en 2011.

El dibujo de Oswald como el conejo de Yamagata aparece en la entrega 34

Stephen King pudo tener acceso a Billy Bat antes de escribir 22/11/63 (o durante el proceso de escritura)

Stephen King se comporta como Frank Costello, no soporta que los orientales vengan a explicarle como contar historias. King a lo largo de su insípida novela recrea con nostalgia los años de su infancia… es cierto, en aquella época todo el mundo fumaba… es cierto, al protagonista le indignan ciertos detalles de discriminación sexual y racistas… pero el protagonista es un hombre, blanco y no fumador, así que la vida en 1960 es para él maravillosa… en ningún momento se plantea la idea de contemporizar con Oswald como hace Yamagata, su misión es matar a Oswald.

Y entonces, subconscientemente, al personaje y a King se le escapa la frase “Oswald es un conejo”… no Oswald el conejo, sino Lee Harvey Oswald es un conejo.

Como en Billy Bat.

Muchas veces, casi siempre, es preciso una mirada ajena para mostrar como es aquello que vivimos. Urosawa da una certera, al mismo tiempo que fantástica, recreación de los años 60 en Estados Unidos. Algo que King (¿en su intento de enmendar la plana a Urosawa sin “añadir pulgadas al pene”?) no consigue.

“Me preocupan los chinos que creen que es inteligente venir a una transacción de negocios con armas automáticas”. Así fue como King pergeñó su particular The Departed.

Más reseñas de Javier Avilés en su blog El lamento de Portnoy

15 Feb

Entrega #12 (año 2011): “El rey pálido”, de David Foster Wallace

Comenta Michael Piestsch en el prólogo que, aparte de ciertos aspectos que precisaban revisión por parte del autor, como ciertas repeticiones y algunas incongruencias, la “cuestión que surge de forma inevitable es ¿cómo de inconclusa está la novela?”

Sigue comentando Piestsch que la trama de la historia central de la novela, por los datos que maneja a través de las notas de Wallace, no parece alargarse mucho más de lo que está presente en la edición póstuma de El rey pálido.

Hablar de inconclusión refiriéndose a la narrativa de David Foster Wallace es un pleonasmo. Y en esas condiciones es difícil apreciar cuánto tiene de póstuma, en lo que se refiere a estar inacabada, más allá de la revisión, corrección y edición.

No hay más que leer sus cuentos acabados e inconclusos. No hay más que pensar en La broma infinita cuya aparente conclusión se diluye en una bruma anunciada en el primer capítulo (“… Donald Gately y yo desenterramos la cabeza de mi padre”). Se puede argumentar que El rey pálido es una novela no terminada de elaborar a la cual le faltan fragmentos, pero la inconclusión es una característica inherente a toda la narrativa de Wallace, por lo cual nos podemos enfrentar a ella considerándola una obra completa.

Entonces, ¿qué es El rey pálido?

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08 Feb

Entrega #11 (año 2010): “Le ParK”, de Bruce Bégout

Me parece muy triste que la traducción y publicación de Le Park haya pasado desapercibida. Es una de esas extrañas e inclasificables novelas que no se ajustan a los patrones estandar de narrativa y que ofrecen un punto de vista incisivo sobre la ambigüedad moral de la sociedad en que vivimos.

Le Park en cierta manera se podría considerar el Locus Solus del siglo XXI, no tanto en lo que se refiere a los juegos lingüísticos, sino porque nos ofrece un viaje por un lugar plagado de horrores exhibidos como atracciones. Un lugar inhóspito, deshumanizado y aislado.

Un intento de sinopsis:

Construido en una isla privada de 624 km2, cerca de Borneo, Le ParK no es un simple parque de atracciones. Si, como se lee al inicio de la novela, los nombres propios no tienen la necesidad de significar nada, Le ParK es una excepción, ya que su nombre designa su función. Es un parque pero no un parque como otros. Es todos los parques y mucho más que los contenidos de todos los parques de atracciones juntos. A lo largo del texto, que funciona a nivel divulgativo, iremos conociendo peculiaridades de Le ParK.

Sólo se admite la entrada a cien personas diarias que viajan acompañados por guías en grupo de cinco, sin que los grupos de turistas coincidan en ningún momento. Dentro del parque multitud de figurantes animan el ambiente festivo y miles de trabajadores se ocupan de que todo funcione. Kalt, un millonario ruso, es su propietario y su idea es construir el parque de atracciones que contuviese todas las formas posibles de diversión. La idea fue desarrollada por Licht, el arquitecto que intenta conjugar, con resultados equívocos, la frialdad de las construcciones con la calidez de lo orgánico, y que vive encerrado en una literal Torre de marfil enclavada en el mismo parque.

El visitante encuentra que todo es posible en Le ParK. De hecho, Le ParK, desde su perspectiva de isla, funciona como espejo del mundo. De todo el Mundo. Por tanto toda consideración moral está excluida en sus atracciones, al mismo tiempo que naturaleza y técnica comparten espacio. Así según se suceden las descripciones de los distintos espacios del parque entendemos la controvertida naturaleza del parque: Un campo de concentración que funciona como casino; un zoológico en el que los animales comparten espacio con los visitantes y cuando uno de ellos es devorado por una fiera, sus gritos agónicos son grabados y reproducidos por megafonía; un cabaret kitch donde experimentar la conspiración y ejecución de una revolución sangrienta; una atracción donde el visitante puede vestirse un mono naranja y sufrir torturas asistidas por ordenador, etc. Las vidas de Kalt y Licht se entremezclan con la descripción de Le Park, y en su aparente calidad de informe analítico exhaustivo, se analiza económicamente la repercusión del parque y las contradictorias informaciones aparecidas en los medios sobre su existencia… y curiosas y escalofriantes leyendas urbanas tejidas en torno a la existencia de Le Park.

“No podemos pasar revista a todas las atracciones de Le ParK: El teatro del Útero ("el parque zoológico más puntero del mundo") en cuyo centro, como en un rodeo, se invita a los turistas a cabalgar durante unos minutos sobre espermatozoides enfurecidos en el momento de una eyaculación repentina a través de los conductos del cuerpo femenino; el Micromuseo, que no cuenta más que con una sala, una obra y un solo visitante por dia; el Barrio de los Solitarios, la única tentativa mundial de construir una ciudad compuesta enteramente por hombres aislados sin contacto entre ellos, viviendo en la autosuficiencia completa; el GTO, o la reconversión de la célebre prision para terroristas islamistas en un parque recreativo de tonalidades naranjas, torturas asistidas informaticamente y vigilantes esquizofrénicos aficionados al free fight.Debemos elegir, segun nuestros intereses, nuestros gustos, nuestra sensibilidad... la abundancia nos obliga a la elección”

La novela funciona como una aparente descripción objetiva de la existencia y las repercusiones sociales de Le Park. Pero tal vez nos equivoquemos. Un narrador “mayestático”, como él se autodenomina, en primera persona del plural, permite que nos mantengamos alejados, expectantes, de aquello que se nos describe. El estilo se adecua a lo que se narra pero sin que la persistente voz monocorde del narrador, que no quiere implicarse en lo que cuenta, nos abandone. Poco a poco nos daremos cuenta que estamos en manos de una especie de narrador objetivo e hipócrita al mismo tiempo. Y que nosotros, como lectores ávidos de experiencias, no somos mucho mejores que él (ellos) narrador. Las consideraciones morales sobre lo que se nos muestra pertenecen al individuo, pero la distracción, el entretenimiento, el consumo, pertenecen a las masas. Y en las masas se diluye la moralidad individual. ¿Es eso cierto? Es bastante posible. En Le Park posiblemente encontraremos una respuesta a este tipo de duda.

¿Metáfora del mundo actual? El entretenimiento es un negocio. La información es un negocio. Somos una masa de ludoespectadores con la moral encallecida ante la perversión del mundo. No está nada mal que de vez en cuando alguien nos lo recuerde de forma inteligente, lúcida y, sí, es contradictorio, entretenida.

¡Bienvenidos a Le Park!

 

Le Park, de Bruce Bégout. Publicado por Editorial Siberia, traducido del francés por Rubén Martín Giraldez.

 

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01 Feb

Entrega #10 (año 2009): Open. An autobiography, de Andre Agassi

por Javier Avilés

 Open. Memorias, ¿de Andre Agassi?

Las biografías no me atraen demasiado. Recelo de todo tipo de autobiografía. Mi interés por el tenis es mínimo(*). Podría haber vivido en primera persona a través de televisión las grandes hazañas, y los grandes fracasos, de Agassi que se narran en esta, vamos a llamarla así, novela.

(*) Ni siquiera he terminado de leer lo que escribió Wallace sobre Federer. No sé, tengo la sensación de que se sobrevaloran los acontecimientos deportivos y que se los llena de una épica(**) que me parece transitoria y carente de relevancia(***).

(**) Épica es la venganza de Aquiles tras la muerte de Patroclo.

(***) Claro que yo no puedo opinar sobre deporte al llevar una vida sedentaria y poco saludable… ¿o sí?

Desde estas premisas es muy extraño que haya acabado leyendo este libro. ¿Tenis? ¿Memorias? , a priori, ¿qué me puede contar Agassi que me interese? Solo gracias a la insistencia de autores a los que respeto, entre ellos Miquel Adam, y de lectores que la recomendaban elogiosamente acabé entre las páginas de Open. Leer más