Estrip art
NINA, de Raquel Sintes
-Nina, Nina, ¡levántate ya! Es tarde.
Silencio.
Descorre las cortinas y un sol abrasador se cuela en la habitación. Es la una del mediodía.
Se acerca a la cama y empieza a zarandearla y así se despierta como sumergida en agua.
– ¿Qué hora es?
– Tarde.
– Necesitaba dormir.
Se incorpora, se restriega los ojos con dureza y se dirige al baño.
Dos horas después bajan las escaleras oscuras y estrechas de su casa. Nina necesita airearse y pasear.
-¿Bajamos hasta el puerto?
– Lo que tú quieras, Nina.
Alrededor el ruido es ensordecedor, coches subiendo y bajando, gente corriendo , un cláxon sonando, y su cabeza llena de nubes que pasan y en la que no se ve un resquicio de azul.
– Hoy le digo a Juan que lo dejo.
– No te creo, eso lo has dicho cien veces y nunca lo has hecho.
– Sí, ya, pero hoy va en serio.
– ¿Por qué hoy es diferente?
– Hace tiempo que estoy harta y hoy he tomado por fin la decisión.
– Ya veremos si cuando lo tengas delante se lo dices.
– Déjame tranquila y no me fastidies más. Estoy hasta las narices de cada día subirme al escenario y ver como unos viejos de mierda se la tocan y después me meten en las bragas unos billetes. ¿ Tú me entiendes?
Silencio.
Deciden sentarse en un banco en el parque «de los árboles tristes» que es como lo llama Nina desde que lo descubrió.
– ¿ No dices nada?
-¿ Qué quieres que diga? Esta conversación ya la hemos tenido otras veces y el resultado siempre es el mismo. Hace años que vives enganchada con un cordón umbilical a todo esto y solo tú puedes romperlo y salir a la luz. Lo hemos hablado muchas veces.
El cielo se llena de pájaros que se cobijan entre las hojas. El sol resplandece como un día de verano.
Nina lo coge de la mano y se hace un ovillo en su regazo.
– Nina, Nina, ¡levántate ya! Es tarde.
Silencio.
Descorre las cortinas y un cielo gris que preludia el otoño se abre delante de él. Son la una del mediodía.
Se acerca a la cama y tímidamente la besa en los labios. Sabe que entre Nina y él se ha tensado un hilo muy fino, un hilo que separa la luz de la oscuridad.
Ella rompe en sollozos desconsoladamente.