17 Jul

Desde la caja de libros XI

por @librosfera

Mi padre tiene 84 años. Nació en un pueblecito de Albacete y llegó con su padre – mi abuelo – a L’Hospitalet en algún momento de la postguerra. Aquí trabajó, se casó con mi madre y tuvo tres hijas y una vida de clase obrera tirando a media, o al revés. En Sants vivimos desde mediados de los años noventa, y prejubilado y en Barcelona dio rienda suelta a sus inquietudes culturales.

No concibo lo que mi padre ha sido estos últimos 20 años sin su relación con la biblioteca Vapor Vell. Por eso, cuando pensé en una serie de artículos desde la caja de libros titulada algo así como “La biblioteca de…”, me pareció que mi padre debía ser el primero en aparecer.

LA BIBLIOTECA DE… JUAN MIGUEL FERNÁNDEZ.

Con satisfacción, tuve ocasión de asistir a la inauguración de la biblioteca del barrio en el mes de octubre del 2000, situada en una antigua fábrica llamada “Vapor Vell”, la cual ocupa las plantas 3ª y 4ª de dicho edificio restaurado y muy bien conservado.

Debido a la proximidad de nuestro domicilio, a escasos 200 metros de la biblioteca, muy pronto me hice asiduo visitante y usuario de su gran variedad de todo tipo de lecturas: novelas, revistas, e incluso de la prensa diaria.

En el año 2002 se organizó un grupo de voluntarios de la biblioteca, al frente del cual estaba la bibliotecaria Sra. Teresa Campos, del cual formé parte desde el primer momento y después de algunas reuniones y explicaciones de los motivos y el funcionamiento de este grupo de voluntarios, fui destinado como lector a una residencia de este barrio llamada “Els avis de Sants”. Bajo el asesoramiento y la ayuda de la Sra. Teresa, responsable del grupo, acordamos conjuntamente qué tipo de lecturas serían las más acertadas para dichas personas optando por lecturas de cuentos. También tuvo mucha aceptación la lectura y después los comentarios sobre alguno de los viejos romances como el del “Mío Cid”.

Después de las vacaciones de 2003 y por varios motivos dejamos de atender esta residencia y continué como voluntario atendiendo el suministro de lecturas y de música para el señor Gabriel Amuchastegui, ingresado en otra residencia de ancianos de la barriada debido a la enfermedad de Parkinson, lo cual no le impedía ser un gran lector, en especial de libros y biografías relacionados con el descubrimiento de América y con los grandes políticos de  todas las épocas. Con él me llegó a unir una gran amistad hasta los últimos días de su terrible enfermedad y de su último deseo y generosidad de donar su cuerpo a la ciencia para su estudio. Descanse en paz esta gran persona.

Durante aquellos años también formé parte del club de lectura de esta nuestra biblioteca, y tuve la ocasión de realizar un cursillo de cuenta cuentos subvencionado por el grupo de voluntarios en la biblioteca de Les Corts – Miquel Llongueras, del cual guardo un magnífico recuerdo.

También quisiera mencionar como en esta biblioteca y debido a sus varias charlas y actuaciones tuve el honor de conocer a un gran poeta del barrio llamado Don Jesús Lizano, al que me unió una cierta amistad, y del que guardo un gran recuerdo y admiración por su trabajo y sus libros de poesía. También me unen buenas amistades con Julián, director de la biblioteca, y sobre todo con la Sra. Teresa, responsable del grupo de voluntarios.

Y por último, no quisiera terminar sin la gran alegría al saber que nuestra hija Silvia iba a ser y continúa siendo una buena bibliotecaria, haciendo muy bien su trabajo y aguantando los muchos caprichos de lecturas, en especial del pesao de su progenitor.

Explicado así, quizá le ha quedado una crónica de los hechos algo fría. Yo quiero añadir unos breves apuntes finales:

– Durante los últimos años, mi padre ha ido a la biblioteca una media de dos veces por semana, sin fallar excepto por motivos de salud o por estar fuera de Barcelona.

– Guarda como oro en paño, fotocopiado, el que dice es su poema favorito: Caballitos, de Jesús Lizano. Por lo visto, escribir esto le ha removido el interés, y me ha dicho que ya ha hablado con Julián para ver si le organizan un pequeño homenaje al autor.

– Cuando habla de “suministrar música” a Gabriel, se refiere a algunos recitales en la residencia en los que la música era suministrada por sus nietos, mis sobrinos, que en aquella época estaban en edad escolar y aprendiendo a tocar el violín.

Se ha olvidado de escribir de ordenadores e Internet, pero cada semana me envía desde un ordenador de la biblioteca algún powerpoint con fotos espectaculares de paisajes o divertidísimos chistes.

Sé que le hizo mucha ilusión que le pidiera que escribiera esto porque en cuanto se lo dije se retiró a su “estudio” a hacer una pequeña lista de las cosas que quería mencionar y después volvió al salón, donde mi madre y yo nos poníamos al corriente de los chafardeos familiares, y me enseñó con una sonrisa lo que decía su horóscopo de El Periódico para aquel día:

lib

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