30 Jun

1970 Sweet Jane, Velvet Underground

por Javier Avilés

 

A algunos les gusta salir a bailar y otros, como yo, tienen que trabajar. Estoy en una banda de rock, pero es solo trabajo, simplemente, interpreto mi papel y ya es demasiado tarde para darme la vuelta y odiar mi impostura. La asumo. Soy quien soy, un villano que guiña el ojo antes de desaparecer saltando por una ventana. La vida conlleva la muerte. And that life is just to die.

Dice que en realidad las mujeres nunca se desmayan. Eso pertenece a los viejos tiempos, cuando los poetas estudiaban las reglas del verso. No hay reglas. No hay sonrojos, no hay ojos en blanco, ni vino y rosas junto al fuego ni el eco de las protestas que se difumina en las noticias por la marcha de los soldados de madera. Ese tiempo murió. Al igual que los soldados y las madres que avisaban que todo era basura, que todo era sucio, que el mal acechaba en los callejones. Igual que los sueños de viajar en barco, hace mil años, de una tierra a otra. La vida es solo para morir, dulce Jane. Vestido de marinero, con gorra de marinero, apretando el émbolo. Y luego susurrando, es un día tan perfecto… estoy contento por haberlo pasado contigo… es un día tan perfecto haces que me sienta a gusto. Y todo fluye, desde la vena al cerebro. Dice el marinero, mil años atrás: Le doy gracias a Dios por estar hecho polvo, le doy gracias a vuestro Dios por no enterarme de nada, le doy gracias a Dios porque no me importe nada. Y ya no sabe nada. Sweet Jane por el lado salvaje de la vida. De pie en la esquina con la maleta en la mano. Esperando a mi hombre. De pie en la esquina con el dinero en la mano. Veintiséis dólares y la firme determinación. Todos esos años desperdiciados acechando. Eh, chico blanco. ¿Qué haces? Esperando a mi hombre un domingo por la mañana. Vigila, blanquito, tienes al mundo detrás de ti. ¿Qué somos, Sweet Jane? Murmullos producidos por las olas rotas por mil años de navegación sobre mares hirviendo. Ya no hay nada, ya no me importa nada. En esta ciudad en esta isla donde se suele decir date un paseo por el lado salvaje. Y las chicas de color dicen. Hey, blanquito, qué haces aquí. Y dicen du-dudu-dudu. Y ya no dicen la vida puede ser tan dulce en el lado soleado de la calle. Porque ya solo hay sombras y un mundo nocturno en caída libre hacia el abismo. Du-dudu-dudu. Porque el lado soleado de la calle es para viejos adocenados y ahora estamos en una carrera sin fin donde todos nos creemos James Dean, acelerados hasta la muerte contra un muro. Es la droga, idiota. Sweet Jane. Heroin. El lado salvaje. Quieres que te golpee con un palo pero todo lo que tengo es una púa de guitarra. Y duele. Ya ni tan solo los niños se sonrojan. Porque saben que cuando la droga aparece ya todo es droga. Sweet Jane y todos los días perfectos. Entonces el poeta que desdeña las reglas del verso dice que estuvieron dando de comer a los animales del zoo y tu imaginas el cadáver putrefacto de un elefante, una carcasa vacía y gris tirada en el suelo, y al hombre que ya ha encontrado a su hombre tirándole migas de pan, murmurando, es un día perfecto, paseemos por la ciudad, es un lugar divertido, algo así como un circo o una alcantarilla, vayamos a ver una película, es un día perfecto, you just keep me hanging on, porque hay un canal directo a un lugar de mi cabeza y entonces estoy mejor que muerto. Tal vez hay una princesa en su palacio en lo alto de una colina que te ama a pesar de que estás equivocado. No lo sabes ahora, pero descubrirás con el tiempo que eso es la gloria del amor. Tu y tu adicción y no puedes saber nada. Solo y desamparado a medianoche descubriendo que hace tiempo que has vendido tu alma. Y no queda nada.

¿Y si estamos equivocados y nada de esto tiene que ver con la adicción?

Simples y bellas canciones de amor.

Lo cual es mucho.

Es un día perfecto, camino por el lado soleado de la calle y ella, Sweet Jane, avanza hacia mí, brillando a través de la gloria del amor.

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