21 Oct

Estrip art

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Alegoría de la tormenta

Maz (Hijo de un vendedor de “Ultramarinos”)

Había una vez un inmenso mar en calma, tan extenso e incontable que no cabía en él narración ni tiempo alguno. El viento dormido y apaciguado reposaba ligero sobre su superficie de aromas encarcelados. Hasta que, tras un inmenso compás de espera, el viento comenzó a soñar y soñó en otro ser, soñó que volaba y acariciaba dinámico la superficie del mar. De hecho, y por puro sueño, el viento comenzó a moverse. El viento se dijo a sí mismo: “mi caricia será tan poderosa que liberaré todos los aromas contenidos en el mar. Recorreré la superficie del mar con tal ímpetu que mi voz silbante narrará su extensión”.

La duración que el viento soñó, agitó por pura simpatía, la superficie del mar. Y el mar, en su sueño más profundo, comenzó también a soñar y soñó que rodaba en esferas de placer y aromas nunca antes percibidos que regaló al viento que lo agitaba.

El sueño en que empezaron a vivir el viento y el mar era tan excitante, tan nuevo y tan eterno que el baile tomó dimensión de tormenta. Era tal la juventud y la alegría de aquel baile, tan grande fue el estruendo provocado que la roca, en el sueño más profundo que imaginarse pueda, comenzó a soñar. Y soñó que temblaba con tal viveza, que de hecho tembló. Tembló de miedo por el sueño tan alegre. Vaya contradicción tan extraña hija de la felicidad y la duración, pero fuera como fuese, la roca en su sueño se abrió y liberó todo su ardor constructor de paisajes de fuego.

Las aves conocen la enorme simpatía que comparten el aire, el mar, la roca y el fuego. Saben muy bien de aquella enorme tempestad de ensueño que les hizo y les hace salir del letargo de su pureza.

Saben orientarse a través de las más sutiles combinaciones de estos elementos. Paladean, en los aromas que el viento posee, las más ínfimas alteraciones y saben predecir las nuevas situaciones que la tormenta de ensueño nos prepara.

Si pudiésemos hablar el lenguaje de las aves les podríamos preguntar ¿qué clase de duración tiene esta magnífica tormenta que a nuestros ojos fugaces se presenta en quietud y sordo ruido?

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