1994 Parklife, Blur
por Javier Avilés
Vorsprung Durch Technik demuestra que todo lema alemán nos invoca el espectro del nazismo. Adelantado a la técnica. En fin, ¿un trago, chaval? ¿no? Tú te lo pierdes. Chavales rijosos derrochando simpatía y amabilidad. Chavales cejijuntos emanando rabia apenas contenida. Por un lado los amenazan los impecables automóviles alemanes, coches para el pueblo con diseños futuristas y precios elitistas. Por otro, las arrolladoras guitarras de Seattle. ¿Y qué tienen ellos? Furibundas disputas de pub un sábado por la noche. La adscripción a un equipo como violentos hooligans. Nunca caminarás sólo. Siempre tendrás el respaldo de tantos otros como tu defendiendo los colores de una camiseta que llevan jugadores que después del partido conducen coches adelantados a la técnica, inasequibles con tu subsidio de desempleo. Los lunes al sol. Parklife. Sentarse en la estación haga frío o calor y mirar pasar los trenes, anotar sus números, comprobar el horario. Trainspotting también es inyectarse heroína. Buscar la vena-vía y esperar el impacto de una locomotora en tu cerebro. Un hobby británico. Un hobby de desesperación y subsidios y miseria y vida en el parque. Toda la gente, tanta, tanta gente, todos van tomados de la mano. ¿Entiendes lo que digo, chaval? ¿Lees entre líneas? Pues deberías. Demasiada gente. Todo el mundo. Deja de correr de aquí para allá. Me da la sensación de que eres uno de esos que dan de comer a las palomas, incluso a los gorriones, y que eso te da una enorme sensación de bienestar. ¿Acierto? ¿No? Seguro que tienes un coche que pretende estar adelantado a la técnica pero no es más que un sucedáneo cuyo motor suena a chatarra herrumbrosa. ¿Tampoco? Eres todo un enigma, chaval. Por cierto, hablando de coches. Fíjate en el vídeo de Parklife. Salen Ken y Cindy junto a su coche. Cindy es el bajista travestido, pero ¿Ken? Parece el mismísimo John Hurt. No he encontrado ninguna referencia a que participase en el rodaje. Seguramente no sea él. Demasiada gente. Demasiados rostros. Y todos los rostros el mismo rostro. Sutiles diferencias genéticas y de constitución. Pero todos el mismo rostro. Ni siquiera la Idea de rostro. No, algo más mezquino, más animal, más ancestral. Todos los rostros ocultan el salvaje egoísmo, la insoportable ansia de supervivencia. Quizás eso sea al fin y al cabo una Idea de rostro. La cara primigenia que todos llevamos bajo nuestros rasgos y que no son más que sutiles alteraciones de unas variables finitas. No es ya que puedan haber dos rostros iguales. Deben haber cientos de rostros iguales. Cientos de John Hurt apareciendo en miles de fotos y vídeos por todo el mundo. Jajajajaja. ¡Pero un único John Merrick! Jajajajajaja, es la deformidad la que nos hace diferentes y únicos. Es posible elegir la deformidad, la fealdad, la agresividad como forma de mostrarte ante el mundo. Puedes ser grosero y soez y enseñar el culo por la ventanilla del autobús y luego hacer baladas bobas. O puedes, sabiendo que todas las caras son la misma cara, adoptar un aire jovial y desenfadado, construir narraciones alegres y bailables e introducir en ellas una irónica carga social. Que toda tu rabia contra la máquina, esa máquina Vorsprung Durch Technik, sea agradable y luminosa como una mañana en el parque. Que tu rabia quede oculta tras la máscara del hijo agradable de la vecina. Parklife. Que las sonrisas oculten la amargura. Parklife. Que los colores luminosos oculten la grisura. Parklife. Te voy a contar una historia, chaval. Pásame otra botella… ahí, en el armario… hace un tiempo me operaron de la mano. Puedes ver la cicatriz. Mierda… jajajajaja, ahora sabes un motivo de mi retiro… no te entusiasmes, no tiene nada que ver… pues eso, estaba tumbado en la mesa del quirófano con el brazo inmovilizado y anestesiado, mirando las luces del techo, mientras el médico hurgaba en mis tendones. De repente, no preguntes porque hasta entonces no me había dado cuenta, noté que sonaba música por la megafonía del quirófano. Exactamente, Parklife. Albarn cantaba mientras sajaban y mi sangre corría hasta recipientes metálicos y el cirujano raspaba y cosían finalmente la herida. Parklife. Casi me pongo a cantar mientras me operaban. No lo hice porque me di cuenta del contrasentido, me di cuenta que toda aquella operación no era más que otra muestra de parklife, del vacío que nos consume, de la inanidad de todo lo que nos rodea. Parklife, chaval. Vamos a dar de comer a las palomas.