22 Sep

¿De dónde venimos y adónde vamos?

per Jean Murdock

La tradición ovoide sugiere que el espacio es oscuro porque el universo que habitamos ocupa un agujero negro, que ese agujero es la cloaca gallinácea, es decir, el lugar de donde sale el huevo, y que, por lo tanto, la gallina fue primero.

Según esta corriente, el resto de la gallina —lo que queda fuera de su recto— es el metauniverso, obviamente galliforme y de un blanco que nos trasciende y se nos niega, como se nos niega la verdad; un blanco cegador que, si lo viéramos por completo, moriríamos fulminados, porque sería como ver a Dios, y Dios, si de verdad existe, cuando lo ves, te mata —en esto coinciden todas las teorías, si bien sus postulantes siempre han preferido mirar hacia otro lado antes que confirmarlo—.

La corriente ovoide explicaría tres cosas más: 1) por qué nuestro mundo huele tan mal la mayor parte del tiempo; 2) por qué, según aumenta nuestra ignorancia en derredor de todo, el huevo marrón sustituye al blanco en el mercado, y 3) por qué la gallina no vuela: porque, como Bahamut, lleva el peso del mundo a sus espaldas. Las estrellas son orificios que abre con su picoteo; por ellas vislumbramos el blanco de sus plumas, que es todo cuanto nos está dado conocer.

Recapitulando, venimos del huevo; de hecho, somos el huevo, que a su vez viene de la gallina, en cuyo ano moramos. Por eso siempre estamos —por así decirlo— en la recta final, siempre a punto de, en un castigo tantálico rodeados de gallinaza; en realidad habitamos la eternidad, que es un marrón. La gallina es Dios o una de sus manifestaciones. No en vano la historia, infestada de guerras intestinales, tiene crestas a las que llamamos picos que luego traen cola.

Mi madre me contó que lo último que dijo Miró antes de morir fue: Merda! De ser verdad, confirmaría esta hipótesis cosmológica. Con todo, los que han tratado de ahondar en ella a costa de su integridad física, han declarado invariablemente que peor es meneallo.

En cuanto adónde vamos, al fondo a la derecha.

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