27 Jun

Los cereales

por Jean Murdock  @CgAjeanmurdock

Un anuncio decía: «Pruébalos y sabrás dónde hay que ir». Y es cierto, de dónde vienen lo ignoro, pero adónde hay que ir cuando los comes, lo sé muy bien. De hecho, hay unos que te dan ganas de ir antes de comértelos. Los dejas en remojo un segundo en la leche y se convierten en una pasta que se parece más a algo que tenga que salir que a algo que deba entrar. Nada mejor para recordarte el camino del recto proceder. Es el momento all brown, con o de marrón[1], y no huele a ámbar, así que peor es meneallo, amigo Sancho. Ah, y quien dice en leche, dice en soja o avena. El resultado es el mismo: un asco. Por cierto que la avena es un cereal, como lo es el trigo, el centeno y la cebada. Aunque el centeno es difícil de obtener, porque lo custodia un guardián; el trigo al parecer no es limpio, y la cebada es una fiera que ha probado carne humana (en América) o una mujer que ha bebido mucha cerveza (en cualquier sitio; cerveza la hay en todas partes) –en ambos casos te entran ganas de irte de cañas, lo cual no es raro, ya que cereal viene de Ceres, la diosa romana, que no es otra que la griega Deméter, a quien se vincula con la elaboración y el consumo de cerveza. Por lo demás, añadir que Los chicos del maíz, de Stephen King, fueron de los primeros cereal killers de corta edad.

[1] Según la etimóloga Mordel Sachs, Agatha Christie se basó en hechos similares para escribir El misterioso señor Brown.

27 Jun

Aperformando la ciudad. Volumen 3

 por Sebastià Jovani

De la misma forma que no se produce una correspondencia entre el supuesto imaginario de la ciudad y la experiencia de hábitat que cada uno fragua para sí mismo en tanto que entorno vivencial, tampoco se da una mimetización entre las hipótesis y proyectos de usufructo social en uno y otro caso. La imagen de la ciudad es una representación que conlleva la adquisición de unos roles y de unas actitudes por parte de los actores-ciudadanos-consumidores muy específicas. Reguladas y codificadas como se pretende que lo estén también los lugares por los que estos actores se desplazan y en los que se asientan, sea para integrarse en el tejido productivo o para desprenderse provisionalmente de él. Dicho de una forma laxa, la ciudad tiene planes muy concretos para quienes viven en ella. Y la pervivencia de la representación pasa necesariamente por el hecho de que la población adopte de manera sistemática estos planes, incorporándolos en el ámbito de las relaciones de producción (trabajo) y de consumo, así como también en el marco de las relaciones interpersonales. Para formar parte de esta gigantesca representación el socius o cuerpo social tiene que devenir también él mismo una representación. 

Leer más