04 Dic

Corrosión, Cap. 33. El trabajo

 Explicaré una anécdota, pero antes permitidme una breve digresión. ¿Qué opináis del siempre espinoso asunto de la relación de los escritores con el trabajo? ¿En qué momento nos encontramos respecto a eso? ¿Qué ocurre con la cultura en general y con la literatura en particular? ¿Cómo inciden las nuevas tecnologías en la profesionalización del sector? ¡Jajaja, es broma! No sabría decir ni media palabra sobre estas cuestiones, aunque afortunadamente no andamos faltos de reflexiones y referentes que nos aclaran cómo y por dónde va el tema.

Yo apenas podría apuntar que a lo mejor ocurre lo mismo que ha ocurrido siempre. Que algunos —pocos— pueden ganarse la vida con su literatura, pero que a la mayoría de escritores les toca trabajar en algo más. Puede ser un algo dentro del ámbito del libro (traductores, correctores, editores, libreros, empleado en la Biblioteca Ramon d’Alòs – Moner), o un algo más alejado: profesores, operarios, contables, camareros, vigilantes nocturnos de cámping… Supongo que entre todos ellos hay mucha sensación compartida, empezando por la indignación (y necesidad de denuncia) frente a una sociedad, unas políticas culturales, un panorama editorial e incluso algunas personas concretas (corruptas e incompetentes) que obligan al escritor a secuestrar una porción muy relevante de su tiempo para ponerlo al servicio de un empleo regular que asegure unos medios económicos de subsistencia. O la sensación compartida de idealizar esa prosa vigorosa que resultaría si el escritor tuviera a disposición de su vocación todo el tiempo y la frescura mental que atesora. O la siempre entrañable sensación de pensar: ¿por qué otros en mi lugar? Leer más

04 Dic

Quan plou molt no valen paraigües

per Víctor Pàmies

Hi ha circumstàncies contra les quals no ens podem enfrontar, perquè no tenim mitjans materials per combatre-les.

Recordo aquells dies que plou amb un vent intens a rauxes, que fa que obrir el paraigües signifiqui sacrificar-ne una o més barnilles, sinó el paraigües sencer. Si podem, el sentit comú ens recomana posar-nos a cobert, aixoplugar-nos al primer racó que trobem i deixar passar la tempesta, que mai una tempesta ha durat per sempre més. I després de la tempesta, ve la calma.

Un dels proverbis catalans més antics ens recorda que la tempesta fora, bé o mal es passa; la pitjor de totes, la de dins de casa.