“Estrella invitada”, por Karmen
Desde pequeña siempre he soñado ser una súper heroína, ayudar a la gente anónimamente me hace sentir bien, me da subidón. El problema viene cuando resulta que no tengo ni dinero, ni poderes sobrehumanos, ni capa, ni nada típico de superhéroe, así que mal lo llevo para llevar a cabo las superheroicidades soñadas.
En mi entorno conozco personas cuyas existencias cotidianas son tristes y anodinas y sus semblantes en consecuencia. Y a mí no me gusta, seguro que puedo hacer algo para cambiarlo, he de pensar. Y por fin llegó la idea, escuchando la canción del ramito de violetas, ésa cuya letra dice algo así como que un marido escribe cartas de amor y envía violetas anónimamente a su propia esposa que cree tener un admirador secreto, y eso la hace “secretamente” feliz. Mi cabeza, sobreexcitada por la idea empezó a trazar un plan: Si, voy a repartir amor en forma de mensajes y ése va a ser mi poder para hacer feliz a los demás. Suena cursi, tal vez lo sea, pero cuánto más lo pensaba, más me gustaba la idea. Leer más