18 Sep

Los encuentros fortuitos (2a parte)

por Elsa Plaza

 Granada
En una esquina de la calle San Antón de Granada, unos antiguos portales de hierro permanecen abiertos. Invitan el paso hacia un jardín con canteros y fuentes cantarinas. El edificio es de dos plantas, partido al medio por un cenador cubierto por cristales, accedo por las escaleras de mármol a un comedor de paredes pintadas con colores cálidos. El hotel Oniria parece desierto. Mesas cubiertas de manteles blancos almidonados donde los platos permanecen vacíos y las copas brillantes contienen servilletas dobladas con arte japonés. Me acomodo en un sillón con una novela en mis manos. El tiempo se deshace entre sus páginas, cuando oigo una voz de soprano mezclándose con el arrullo del agua que llega desde el jardín. Ella exclama, ¡¡Ahhh!! , mientras eleva su lamento por la pérdida de un amor que se aleja en una nave… lontano , lontano. Otra voz, ésta de un contratenor, le augura que en los sueños volverá a encontrar el amor perdido.

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18 Sep

A molt vent, poca vela. A poc vent, puny i rem

per Víctor Pàmies

Segons el vent, la vela. Quan les coses van bé, per inèrcia, s’aconsella no fer-hi res. Deixar fer, que flueixin amb naturalitat. Altrament, una sobreactuació pot comportar que s’alenteixin els fets i pot resultar contraproduent.

I quan les coses s’aturen i no funcionen amb fluïdesa, cal una actuació ferma i decidida per reactivar-les.

Una metàfora marinera que podem extrapolar al quefer diari i a les grans decisions.