11 Jul

Las sardinas

por Jean Murdock  @CgAjeanmurdock

Las sardinas vienen de la lata, y lata siempre la hay porque la gente, aunque se muestra tacaña en otras cosas, la lata la da mucho y bien, así que sardinas siempre habrá. (Además, como dice la Rata en El viento en los sauces: «[…] acabo de ver, con toda claridad, un abrelatas en el aparador de la cocina, y todo el mundo sabe que eso significa que hay sardinas cerca en alguna parte». De modo que puede que las sardinas también vengan del ingenio de una rata, que no por casualidad rima con conserva.) En la lata pone que su peso escurrido es uno y el neto es otro, pero, cuando se te escurre una lata, siempre pesa lo mismo –algo más si se te escurre desde muy alto. Y cuando dicen que en el metro vamos como sardinas, tampoco es del todo cierto. De serlo, iríamos unos boca arriba y otros boca abajo, y el billete no podría costar lo mismo si fueras boca abajo, porque se te caería al suelo como en esas atracciones de feria y lo perderías y habría que comprar otro, junto con todas las otras cosas que se caen de los bolsillos cuando estás al revés, y por lo tanto debería haber algún tipo de subvención para la gente que viaja boca abajo, porque se le escurriría todo y entonces sí que pesaría menos, y eso sería una lata. Con las sardinas se hacen buenos bocadillos –siempre que no estén durmiendo, como las de Silverstein–, pero no puedes comértelos en el metro porque podrías manchar de aceite a todo el mundo. Si te gustan más en tomate o en escabeche, entonces no mancharás de aceite a nadie.

 

11 Jul

Divendres 9 d’octubre. Turismo e borghesia usciriono la poesia

de Ton Barnils

Passem sis hores a la galeria dels Ufizzi i la resta del dia passegem una mica, traiem el nas per damunt del riu i tornem a casa a sopar. A primera hora del matí no hi ha cues. L’edifici fa una U quadrada amb dos pisos de galeries i és de Georgio Vasari, el gran endreçador i cronista del Renaixement florentí. Quan es produeixen fets extraordinaris sempre n’hi ha un que s’adona que allò és molt bèstia i vol que sapiguem què ha passat i que ell hi era. És el cas de Vasari que per això també va escriure Les vides dels més excel·lents arquitectes, pintors i escultors italians; des de Cimabue fins als nostres dies. Una delícia, carregada de bon sentit i  exaltació de la bellesa, farcida d’anècdotes i que mira de trobar una lliçó al·legòrica en les peripècies dels artistes. En definitiva, que fa el pas de les vides de sants medievals, sempre rectes i perfectes, a les biografies de pintors. El canvi és important, entre d’altres coses, perquè Vasari no amaga que aquells homes excepcionals podien perdre el rumb d’ells mateixos i cometre errors. Com en el cas de la Terra de Galileu, ara les coses ja no són perfectes ni van en línia recta, i tot està subjecte a la crítica. Fins i tot aquells que admirem profundament.

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