Entrega #12 (año 2011): “El rey pálido”, de David Foster Wallace
por Javier Avilés
Comenta Michael Piestsch en el prólogo que, aparte de ciertos aspectos que precisaban revisión por parte del autor, como ciertas repeticiones y algunas incongruencias, la “cuestión que surge de forma inevitable es ¿cómo de inconclusa está la novela?”
Sigue comentando Piestsch que la trama de la historia central de la novela, por los datos que maneja a través de las notas de Wallace, no parece alargarse mucho más de lo que está presente en la edición póstuma de El rey pálido.
Hablar de inconclusión refiriéndose a la narrativa de David Foster Wallace es un pleonasmo. Y en esas condiciones es difícil apreciar cuánto tiene de póstuma, en lo que se refiere a estar inacabada, más allá de la revisión, corrección y edición.
No hay más que leer sus cuentos acabados e inconclusos. No hay más que pensar en La broma infinita cuya aparente conclusión se diluye en una bruma anunciada en el primer capítulo (“… Donald Gately y yo desenterramos la cabeza de mi padre”). Se puede argumentar que El rey pálido es una novela no terminada de elaborar a la cual le faltan fragmentos, pero la inconclusión es una característica inherente a toda la narrativa de Wallace, por lo cual nos podemos enfrentar a ella considerándola una obra completa.
Entonces, ¿qué es El rey pálido?