2005 Only, Nine Inch Nails
por Javier Avilés
[Nota: Por primera vez, no volverá a ocurrir, un vídeo dirigido por mi odiado David Fincher]
¿Vas a morder la mano que te da comer, chaval? No, tú no eres de esos. Ven, acércate más que te quiero tocar, estar cerca de ti. Quiero comprobar que eres real, que no solo te he inventado para hacerme daño. Para herirme. Ya no me preocupa encajar en tu mundo, chaval. Y sí, es tu mundo. Porque no importa, no me importa. Nada importa ya. Nada me importa. Bien. Este es tu brazo. Parece real al tacto. Y esta es tu mano. Real también. Esta es la mano que cogió sin permiso un cuaderno que no le pertenece. Vale, chaval, ya te suelto. Mira que he dicho “cogió”. No he dicho la mano que robó el cuaderno. Porque eso fue lo que hiciste. No importa. No me importa. Nada importa ya. Nada me importa desde hace tiempo. ¿Por qué crees que acepté esta especie de charlas contigo? Porque no me importa. Es un incordio, pero no me importa. Pero es molesto. Sobre todo porque no sé qué mierda estás haciendo con todas estas grabaciones. ¿Escribes un libro? ¿Sobre mí? Quiero ver algo de lo que escribes. No te voy a permitir que publiques nada sin autorizarlo antes, así que quiero leer lo que escribes. Y, me parece que no pienso aprobar nada. ¿Sabes por qué? No me fío de ti. No me gustas. No veo claro cuáles son tus intenciones. ¿Qué buscas? ¿Una historia, un padre? Pues no vas a encontrar nada de eso aquí. Tú. Tú no existes. No hay más tú, solo yo. There is no you, there is only me. There is no fucking you, there is only me. Solamente yo. Y yo soy yo y mis cicatrices, como dijo el filósofo. Y las viejas heridas, por muchos puntos de sutura que intenten cerrarlas, por mucho que se enquisten, por mucho dibujo absurdo que dejen en tu piel, siempre están ahí, siempre permanecen abiertas. Son pasadizos sanguinolentos hacia el pasado. Máquinas carnales del tiempo que nunca dejan de supurar, que palpitan como ideas que no encuentran salida. Recrea esta imagen en tus crónicas si eres capaz: Imagina que empiezo a hurgar en la cicatriz de mi brazo, que reabro la herida con mis uñas. La sangre mana, ¿o ya no sangran las heridas cerradas por el tiempo? Ahora meto un dedo en la herida y la ensancho. Luego dos. Luego toda la mano. Agarro con fuerza un amasijo de tendones y músculos y estiro. Mi brazo se introduce en la herida. Sigo estirando de mí mismo desde dentro y logro introducir el hombro y parte del tronco. ¿Puedes visualizarlo? Me introduzco completamente dentro de mi herida. Estoy dentro de un pasadizo que intenta cerrarse sobre sí mismo y atraparme dentro. Sigo avanzando. Escalando hacia no sé bien qué lugar. Estoy en algún lugar donde se suponía que no debía estar y puedo ver cosas que nadie podría ver. Y descubro que las cosas no son tan bonitas por dentro como podría parecer. Sigo avanzando mientras la herida se cierra de nuevo. Estoy en un mundo nuevo y no me gusta. Tú, sin embargo, me has visto desaparecer delante de tus ojos. Según tu punto de vista me he ido consumiendo ante tus ojos, haciéndome cada vez más pequeño mientras me introducía dentro de mi herida, hasta que me he convertido en un punto, una entidad bidimensional, que finalmente se ha desvanecido con el sutil ruido de una pompa de jabón estallando. Sin embargo aquí estoy. No es agradable pero es mi lugar. Uno al que imbéciles como tú jamás podrán llegar. Solo yo. Únicamente yo. Tu no. Jodida y radicalmente NO, chaval. No existes. Veo a través mío, a través de mi piel que he absorbido en mi viaje y te veo con esa cara de idiota estupefacto por mi desaparición. Lo que no entiendes, chaval, lo que el mundo no entiende, es como de me-ri-dia-na-men-te claro se ven las cosas desde aquí dentro. Os seguís preguntando cómo lo he hecho para desaparecer. Lo que no entendéis es que yo sigo aquí, los que habéis desaparecido sois vosotros. Todos y cada uno de vosotros. Seguid con vuestra ficción de existencia, no me molesta porque no me importa. Nada me importa.
[Pausa… bebe]
Haremos una cosa, chaval. El próximo día que vengas me encontrarás dormido en este sillón. No intentarás despertarme. Dejarás el cuaderno en la estantería y te irás para tu casa o para dónde sea que habites en tu ficticia existencia.