20 Jun

Mientras la ciudad duerme (2)

 por Sebastià Jovani

Pensar el hábitat en nuestro contexto pasa, en cierta medida, por pensar aquello llamado ciudad. Habitamos la ciudad, o cuanto menos eso presuponemos. Entre otras cosas porque recibimos constantemente inputs destinados a reforzar esta impresión. Algunos son matemáticamente gravosos, como el pago (abusivo) por determinados servicios básicos que contribuyen precisamente a hacer de la ciudad un lugar habitable: agua, luz, gas. También en las contribuciones impositivas que permiten canalizar regularmente ciertos servicios públicos como el transporte, la recogida y tratamiento de basuras o los equipamientos. Y por supuesto otros servicios públicos cuyas ramificaciones administrativas y burocráticas trascienden en mucho el ámbito acotado de una ciudad, como es el caso de la sanidad o la educación. No es casual que algunos de estos servicios (especialmente en lo relativo a equipamientos y a ciertos servicios de higiene pública) empezaran a implantarse con cierta regularidad coincidiendo con el nacimiento de la ciudad barroca, que es casi lo mismo que decir la ciudad moderna. Al mismo tiempo que se edificaba la ciudad como núcleo compositivo de representación del poder de la corona se extendía el concepto de servicio público como valor añadido a esta escenografía arquitectónica. Tendremos ocasión en su momento de analizar con más detalle este matrimonio de conveniencia entre el poder y el servicio público. Por ahora nos basta con situar históricamente su germen y constatar de esta manera el hilo conductor que nos une a la ilustrada, despótica y teatralizada ciudad del Barroco.

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20 Jun

El azúcar

por Jean Murdock  @CgAjeanmurdock

descargaEl azúcar viene de Celia Cruz, aunque en Andorra es más barato; lo caro es esquiar todo lo que hay que esquiar para quemar el azúcar que has comprado, por no hablar de la gasolina. Por eso entiendo que la gente se venga también con tabaco; cuando te das cuenta de lo caro que te ha salido en realidad todo ese azúcar, te entran unas ganas muy locas de fumar. Pero bueno, qué sé yo, igual tengo una visión edulcorada. Azúcar lo hay moreno, blanco, refinado, sin refinar, de caña, glas, mascabado, candi y granulado. Probablemente hay más, pero no te conviene. Ahora lo que se toma es estevia, que endulza pero no engorda, aunque lo que no engorda, malo. Como el azúcar, que al parecer es malo para todo salvo para endulzar las cosas, que es para lo que sirve, lo cual es bastante raro. Si las prefieres saladas, sal. Si te quedas, un dato: son sinónimos de azúcar glucosa, sacarosa, sacarina y edulcorante. Pero nadie te hace un análisis de edulcorante ni sopla las velas de un pastel de glucosa candi, así que en realidad no son sinónimos. Algunos usos tradicionales del azúcar son: cazar moscas (Drácula), dar terrones a los caballos, envenenar a la familia con arsénico (Siempre hemos vivido en el castillo), empalagar al personal con frases hechas y quitarle acidez a la salsa de tomate, que es la salsita que le gustaba a Piñeiro para cantar.