Cap. 13. Un borracho en la Biblioteca Can Rosés. Historia de una trama de hechos antinarrativos
Me acuerdo de aquel día en la Biblioteca Can Rosés en el que un borracho que ojeaba la prensa a mi lado empezó a mascullar una suerte de conferencia literaria, con afirmaciones como que solo sobre las cenizas del desprestigio absoluto de la narración, el estilo y la mismísima palabra, podría resurgir la literatura.
Discurso que podría llegar a suscribir, y es que en las escasas ocasiones en las que he hablado de literatura con otras personas, siempre me ha gustado posicionarme más allá de una narratividad sobre la que es divertido echar pestes: que si la literatura es un asunto de geometría y formas, no tanto de historias, que si recurrir a los hechos es el recurso de quien no tiene nada que decir, que si proclamar el fracaso de la narración, que si considerarla superada. Actitud, por cierto, que es formidable para tejer complicidades rápidas pero también una táctica infalible para despertar muy pocas ganas de ser leído.
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