Estrip Art, por Juan Freile
El lugar del corazón, por Juan Freile
Cogí el cuchillo más filo con mi mano izquierda, que es la que me sirve, y me arranqué la cabeza de un solo tajo. Asenté el cuchillo en la mesita de noche, cuidando de no encharcar el tapete de sangre, y salí.
Llevaba mi cabeza apoyada en un costado, como solía llevar el balón cuando bajaba a la cancha a jugar con mis primos, pero luego la guardé en una funda porque empezaron a quemarme los ojos por el sol. De dónde habré sacado la funda, no sé y tampoco importa.
Me eché la funda al hombro izquierdo, que es el que me sirve, y seguí andando. Caminaba como tonto porque a través de la funda todo se veía borroso. Y encima, el plástico me hacía sudar la frente, y el sudor se me metía en los ojos, y los ojos me ardían, y tenía que parpadear un montón. Leer más