21 Sep

PALÍNDROMS 43 – En castellà (13) – Actuals – López, Sánchez, Montfort

per Jesús Lladó @JessLlad

Segueixo amb la sèrie de palindromistes en castellà interrompuda per les vacances i per dues entregues de palíndroms temàtics meus.

Mèxic ha estat i és un dels països llatinoamericans amb més palindromistes per metre quadrat. Actualment tenim mitja dotzena de socis al CPI que són d’aquest país. Un d’ells, Gilberto Prado ja va ser tractat en aquestes pàgines. Avui dedico un record a tots ells per la tragèdia que estan vivint a causa del terratrèmol.

  • Carlos López, tot i ser guatemalenc, viu a Mèxic. És escriptor i editor, director de l’Editorial Praxis, i ha publicat diversos llibres de palíndroms (Sé ver breves, Aten al planeta, Ají traga lagartija, La roca coral i Naves se van). El 2012 va rebre el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”. És també un dels editors que ha fet més per la divulgació dels palíndroms.

Da, di, la calidad

Oirá tilos, solitario

Lavan lana anal, naval

Sana tigre, vas a correr rocas, a ver gitanas

 

Así versal las revisa

Odín, Eva ha venido

Odas, pero reposado

¿Otro pedo? Lo deporto

 

  • Ignacio de Jesús Sánchez és pintor i historiògraf, investigador de diversos camps com la historia regional, numismática, topografía i artística. Ha publicat la seva obra palindròmica a la revista SEMAGAMES del CPI.

 

Noé propone derrotar a Sara: Torre dé, no por peón.

A tan erótico libro Sisi, sí sorbí letras (lo citó Renata).

 

El río ahogarte teme.

-¡Te trago!

-¡Ha! Oírle…

 

  • Hernán Montfort, de Monterrey, professionalment es dedica al món de l’enginyeria, però és un gran aficionat als palíndroms. Publica amb regularitat a la revista SEMAGAMES del CPI.

 

Esa galleta te llaga, sé

A la vainilla allí ni avala

Zorra, ya como banana, nabo, moca y arroz

Leed: “Leonora, coma sésamo caro, no el de él”

¿Oyó, Nico? Consomé raed a la polaca, acá lo paladearemos: no cocino yo

 

Ema, dinámica nací, maní dame

 

A Tita nutrióle el oír tu natita

A Doménico cociné moda

Ají boca cobija

 

 

 

 

21 Sep

2011 Lotus Flower, Radiohead

por Javier Avilés

 

En el sueño tenía arcadas. Escupía grumos de colores oscuros. No podía parar, como si algo pugnase por salir. Tosía y escupía. Finalmente, entre la opacidad viscosa, apareció el cuerpo de una mosca gorda y verde. Pugnó por liberarse del moco. Emergió. Agitó su iridiscencia. Alas y abdomen. Y se fue. Me dejó las excrecencias de un sueño y la libertad de volver a respirar. Pero algo, eso es lo que decía el sueño, había muerto en mi interior. Era la misma mosca de hace más de treinta años. Muchos más. Y no formaba parte de un sueño. No fue un sueño aunque los detalles del recuerdo están difuminados como los bordes de una película deteriorada. No recuerdo cómo había ido a parar a aquella casa o, en todo caso, no interesa. Tenía un largo pasillo que iba de la entrada, junto a la cocina, hasta la sala de estar. A un lado se encontraban las habitaciones. En el otro, una única ventana daba al hueco de las escaleras. El pasillo era tan inconmensurablemente largo, o así me lo parecía, que incluso en los días más soleados la luz no alcanzaba a iluminarlo del todo. El pasillo comunicaba las dos caras de un planeta. Si la luz entraba por la cocina, la zona del pasillo cerca de la sala estaba a oscuras. Si la luz entraba a raudales por la ventana de la sala entonces da igual porque lo que te voy a contar ocurrió de noche. Era el único que permanecía despierto. Las puertas de las habitaciones estaban cerradas. Las ventanas de la sala y de la cocina estaban cerradas. Estaba en un extremo, la sala, de un espacio conformado por dos cubículos cerrados unidos por un pasillo recto. Estaba bebiendo. De alguna manera había conseguido saquear la despensa de los anfitriones y había encontrado una botella de oporto que no debía estar en buen estado, demasiado dulce, una dulzura irritante que punzaba el fondo del paladar. Primero, por supuesto, la oí. Un zumbido que se acercaba y alejaba del que no podía averiguar su origen. Ah, sí, un detalle que puede ser relevante o no: Bebía oporto y leía Rayuela. El zumbido me molestaba. Iba y venía, venía y se iba, como si la luz de la sala le imponiese un límite infranqueable. Hasta que dejó de serlo. La mosca finalmente entró en la sala, sobrevoló la mesa y volvió al pasillo. Era una mosca gorda negraverdeazul. Después de haberla visto por primera vez, después de constatar su tamaño, el zumbido pareció hacerse más grave y pesado. Siguió dopplereando pasillo arribabajo, de la remota cocina hasta sobrevolar mi cabeza. Había un periódico en la sala. Lo enrollé y me dispuse a esperar al insecto como un bateador. De repente un silencio. Como una espera. Como si la mosca estuviese calibrando la situación. Me imagino desde su punto de vista, desde el otro extremo del pasillo, multifacetado. El sonido volvió. La mosca se acercaba, el zumbido crecía, me parecía que con mayor intensidad que en las anteriores ocasiones. Entró en la luz. Se dirigía directamente hacia mi. Golpee con firmeza con el periódico enrollado. Fallé. La mosca chocó contra mi frente, justo entre mis ojos. Desapareció. Sentí el golpe físico. Pero allí no había nada. “Paredro”, pienso. “Mosca negra, manifiéstate”, pienso. El Nagual jugando a la rayuela en un espacio multidimensional cuya realidad se está resquebrajando. Aquella noche dormí en la habitación número seis. Llegué a la conclusión de que no había imaginado toda la historia de la mosca debido al oporto, que de alguna manera que no pertenecía a este plano de la realidad la mosca se había incorporado a mi cabeza. Mi paredro es una mosca interdimensional aleteando en mi cerebro. Hasta hoy. Hoy la escupí. No sabes lo doloroso que es. He perdido algo de la misma manera que obtuve algo. Y no estoy seguro de haber podido aprovechar ese algo. Y no quiero ni imaginar que durante todo este tiempo no he sido más que el vehículo de la mosca en nuestra realidad. Me siento mal. Hay un vacío en mi corazón donde las hierbas echan raíz. Ya no puedo desplegarme como la flor del loto. Bailo alrededor del agujero cuyo fondo es inalcanzable. La oscuridad está abajo. Me llama con un zumbido burlón.