1968 Sympathy for the Devil, The Rolling Stones
por Javier Avilés
El periodista no sabe nada de 1968 en 1968. Tal vez tarareaba el La-la-la o su vecina le ponía discos de Adamo y Clift Richards cuyas letras y melodías han quedado incrustadas en su memoria como lapas molestas, como sanguijuelas mántricas. También otras canciones que prefiere no mencionar, ni que sean mencionadas por el narrador omnisciente. Pongamos que su infancia y su pubertad han estado musicalizadas por las más insulsas, estereotipadas y cursis canciones que repetían una y otra vez las radios comerciales. Pongamos que a finales de los setenta le caen de golpe más de veinte años de rock y pop que por razones que no vienen a cuanto había ignorado y que debe contemporizar a Sex Pistols con The Doors, a Dead Kennedys con Dylan, el presente con un pasado que todavía no ha muerto. Sus conocimientos son parciales y sesgados, incompletos y lastrados por los casposos recuerdos que conforman su bagaje musical hasta ahora. Y aunque pretenda librarse del peso de tanta mierda acumulada durante todos esos años, aunque imposte sus conocimientos musicales que va aprendiendo día a día, nunca podrá desprenderse de esa memoria infausta.