Una herida siempre abierta que se llama guerra. La vida de Curzio Malaparte.
Empecemos por el nombre: Malaparte. Dígase lo que se quiera, este nombre no deja a uno indiferente. A nadie, más bien. Y Malaparte lo sabía. Efectivamente, su verdadero nombre era otro: Kurt Erich Suckert. Hijo de una italiana y de un alemán, Kurt decidió cambiarse de nombre a mediados de los años veinte. Buscaba algo más italiano para los tiempos del fascio littorio y algo más mediático en una época en que las masas habían hecho ya su ingreso en la historia. De ahí sale Curzio Malaparte con ese guiño provocador a Napoleón. ¡Qué cabrón!, estaréis pensando. Y no os equivocáis. Malaparte fue también eso: cabrón. Junto a un sinfín de otras cosas: listo, genial, dandi, visionario, canalla, chaquetero.